FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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lunes, 29 de abril de 2013

La estadounidense Rosemarie Smead ha sido ordenada sacerdote, uniéndose de esa manera a las 150 mujeres de todo el mundo que han hecho lo propio enfrentándose al Vaticano.

Smead, una católica devota de 70 años, ha sido ordenada este sábado por la Asociación disidente de Mujeres sacerdotes católicas romanos en Louisville, Kentucky, en un santuario protestante.
“Es un palo de intimidación medieval que los obispos usan para mantener el control sobre las personas y para mantener las voces de las mujeres en silencio. Yo estoy mucho más allá de dejar que los hombres octogenarios nos digan cómo vivir nuestras vidas,” citó a Smead la agencia Reuters.
Por su parte, el obispo de Louisville calificó la ceremonia de “ordenación simulada” que entra en contradicción con la doctrina católica.
La ordenación de mujeres como sacerdotes, junto con los problemas de los sacerdotes casados y el control de la natalidad, es motivo de una de las grandes divisiones entre los católicos EE.UU. y el Vaticano. El 60 por ciento de los católicos de EE.UU. cree que las mujeres deben tener derecho a ser ordenadas sacerdotes, según los sondeos de ‘The New York Times’.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/93018-mujer-sacerdote-vaticano-eeuu

Rajoy busca el inminente relevo de Rouco para descongelar la relación con el episcopado Ana Pardo de Vega

El presidente del Gobierno evita recibir al cardenal en La Moncloa y espera que el nuevo Papa lo cese antes de 2014. El jefe del Ejecutivo y el ‘número uno’ de la Conferencia Episcopal sólo han tenido encuentros informales que no han suavizado las tensiones.
Mariano Rajoy se resiste a recibir al presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en el Palacio de La Moncloa, como hicieron sus antecesores con más o menos retraso (José Luis Rodríguez Zapatero recibió a Antonio María Rouco Varela a los cuatro meses de ganar en 2008, a pesar del visible enfrentamiento entre los socialistas y los obispos)
La relación entre el del PP y el jefe de la CEE es tan mala, sin embargo, que han transcurrido 18 meses desde que el presidente del Gobierno ganó las elecciones y monseñor Rouco no ha sido recibido de forma oficial. En realidad, según fuentes del PP, Rajoy y Rouco han mantenido algún encuentro de carácter informal fuera del palacio presidencial y con un número reducido de personas, nunca los dos solos, aunque desde La Moncloa evitan comentar los encuentros del presidente que no estén en la agenda oficial.
Con todo, cualquier reunión es inútil, señalan en el mismo entorno, pues la relación entre ambos gallegos es pésima desde que la cadena de los obispos, la COPE, con el presentador Federico Jiménez Losantos a la cabeza, optó por apoyar a Esperanza Aguirre en 2008 como líder del PP, buscando la caída de Rajoy de este puesto en el que fue, probablemente, el peor momento del presidente del PP en la oposición. El sucesor de José María Aznar se tomó esta ofensiva como un ataque personal y, desde entonces, aunque se han hecho esfuerzos desde las cúpulas del Gobierno (Vicepresidencia y Ministerio de Justicia) y el PP (Secretaría General) para reconducir la relación, todos los conservadores parecen haber tirado la toalla.
Especialmente, desde que Rajoy se reunió el pasado 15 de abril con el Papa Francisco en el Vaticano. Aunque en el citado encuentro ambos mandatarios estuvieron solos, varios miembros del PP confirman que la intención de Rajoy pasaba por sugerir al jefe del Estado vaticano un relevo “rápido” en la cúpula de los organización episcopal. Al fin y al cabo, recuerdan los conservadores, Rouco ya está de prestado al frente de la CEE, pues este mes de agosto cumple 77 años y a los 75 debería de haberse retirado.
El fin del mandato natural al frente de la Conferencia Episcopal, sin embargo, debería producirse en 2014, aunque Rajoy confía en que el Papa anuncie el relevo de Rouco en la cúpula católica española este mismo año y pueda normalizarse una relación oficial con el episcopado al máximo nivel, argumentan los conservadores, “puesto que la comunicación del presidente con otros prelados españoles es positiva” y hay sintonía suficiente para trabajar en un momento complicado para el Gobierno, que tampoco quiere perder a su electorado más fiel a los postulados católicos.
Quienes conocen al cardenal Rouco, además, aseguran que su malestar y decepción con el Gobierno de Rajoy es mayor de lo esperado, toda vez que el líder de los obispos se volcó en cargar contra las políticas del Ejecutivo socialista con manifestaciones y actos de protesta incluidos. La materialización más evidente de ese descontento con el presidente llegó el mismo día de su encuentro con el Papa, cuando el cardenal gallego le echó en cara los incumplimientos electorales del PP: derogar la ley del aborto (que será endurecida al modo conservador, pero no retirada) y anular el matrimonio homosexual (el Gobierno no tiene intención de llevar la contraria al Tribunal Constitucional en este punto, ya que se pronunció a favor y con eso se queda)
Además, el proyecto Eurovegas, que Rouco aseguró que entrañaba “riesgos” morales, sigue su andadura y tanto el Ejecutivo central como el de la Comunidad de Madrid han apostado por tratar de compensar en algo la brutal caída del empleo, aunque sea a costa de los “riesgos” morales, al decir católico, o sociales, en general.

El Papa Francisco y la teología de la liberación Leonardo Boff, teólogo

Muchos se han preguntado si el actual Papa Francisco, como proviene de América Latina, es un seguidor de la teología de la liberación. Esta pregunta es irrelevante. Lo importante no es ser de la teología de la liberación sino de la liberación de los oprimidos, de los pobres y de los que sufren injusticia. Y eso lo es con claridad indudable.
Este ha sido siempre, en realidad, el propósito de la teología de la liberación. Primero viene la liberación concreta del hambre, de la miseria y la degradación moral y de la ruptura con Dios. Esta realidad pertenece a los bienes del Reino de Dios y estaba en los propósitos de Jesús. Después, viene en segundo lugar la reflexión sobre el hecho real: en qué medida se realiza ahí anticipadamente el Reino de Dios y en qué medida el cristianismo, con el capital espiritual heredado de Jesús, puede colaborar, junto con otros grupos humanitarios, en esta liberación necesaria.
Esta reflexión posterior, llamada teología, puede existir o no existir. Lo decisivo es que ocurra de verdad la liberación. Siempre habrá espíritus atentos al grito de los oprimidos y de la Tierra devastada que se preguntarán: con lo que hemos aprendido de Jesús, de los Apóstoles y de la doctrina cristiana de tantos siglos, ¿cómo podemos aportar nuestra contribución al proceso de liberación? Fue lo que realizó toda una generación de teólogos y teólogas, de laicas y laicos comprometidos, de religiosos y religiosas, de obispos y sacerdotes de los años 60 del siglo pasado, y que continúa hasta nuestros días, porque los pobres no cesan de aumentar y su grito es ya un clamor.
Pues bien, el Papa Francisco hizo esta opción por los pobres, vivió y vive pobremente en solidaridad con ellos y dijo claramente en una de sus primeras intervenciones: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”. En este sentido, el Papa Francisco está llevando a cabo la intuición primordial de la Teología de la Liberación y secundando su marca registrada: la opción preferencial por los pobres, contra la pobreza y a favor de la vida y la justicia.
Esta opción no es para él solamente un discurso, sino una opción de vida y de espiritualidad. A causa de los pobres ha caído en desgracia ante la presidenta Cristina Kirchner, pues pidió a su gobierno un mayor compromiso político para superar los problemas sociales -analíticamente se llaman desigualdades-, que éticamente representan injusticias y teológicamente son un pecado social que afecta directamente al Dios vivo, que bíblicamente ha mostrado estar siempre del lado de los que tienen menos vida y son los pobres y los que sufren injusticia.
En 1990 Argentina tenía un 4% de personas pobres. Hoy en día, debido a la voracidad del capital nacional e internacional, ascienden a un 30%. Estos no son sólo números. Para una persona sensible y espiritual como el Papa Francisco representa un viacrucis de sufrimiento, lágrimas de niños hambrientos y desesperación de padres sin trabajo. Esto me recuerda una frase que Dostoievski escribió una vez: «Todo el progreso del mundo no vale el llanto de un niño hambriento».
Esta pobreza, ha insistido con firmeza Papa Francisco, no se supera mediante el asistencialismo, sino a través de políticas públicas de los gobiernos que devuelvan dignidad a los oprimidos y los hagan ciudadanos autónomos y participativos.
No es importante que el Papa Francisco no use el término «teología de la liberación». Lo importante es que hable y actúe de manera liberadora.
Es hasta bueno que el Papa no se afilie a un cierto tipo de teología, como la de la liberación o cualquier otra. Lo mismo hicieron sus dos predecesores con las teologías que estaban en sus cabezas y se presentaban como expresiones del magisterio papal.
Saben los teólogos e historiadores que la categoría “magisterio” atribuida a los Papas es una creación reciente. Comenzó a ser empleada por los Papas Gregorio XVI (1765-1846) y Pío X (1835-1914) y se volvió común con Pío XII (1876-1958). Antes el “magisterio” estaba formado por doctores en teología y no por los obispos y el Papa. Estos son maestros de la fe. Los teólogos son maestros de la comprensión de la fe. Por lo tanto, a los obispos y los papas no les toca hacer teología sino testimoniar oficialmente y cuidar la fe cristiana con celo. A los teólogos y teólogas cabe profundizar este testimonio con las herramientas intelectuales que ofrece la cultura presente. Cuando un Papa empieza a hacer teología, como ha sucedido recientemente, se crea una gran confusión en la Iglesia, se pierde la libertad de investigación y se corta el diálogo con otros saberes del mundo.
Gracias a Dios que el Papa Francisco se presenta explícitamente como pastor y no como doctor y teólogo, aunque fuera de la liberación. Así es más libre para hablar a partir del evangelio, de su inteligencia emocional y espiritual, con el corazón abierto y sensible, en sintonía con el mundo de hoy globalizado. Papa Francisco, ponga la teología en tono menor para que en tono mayor resuene la liberación: consuelo para los oprimidos y llamamiento a la conciencia de los poderosos. Por tanto, menos teología y más libertad.