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jueves, 25 de abril de 2013

El sueño de una civilización realmente planetaria

El sueño de una civilización realmente planetaria

BoffEl desamparo actual que se ha adueñado de un gran sector de la humanidad  se deriva en parte de nuestra incapacidad de soñar y de proyectar utopías. No cualquier utopía, sino aquellas necesarias que pueden transformarse en topías, es decir, en algo que se realiza, aunque imperfectamente, en las condiciones de nuestra historia. En caso contrario, nuestro futuro común, de la vida y de la civilización, corren graves peligros.
Tenemos, por lo tanto, que intentar todo para no llegar demasiado tarde al verdadero camino que podrá salvarnos. Ese camino pasa por el cuidado, por la sostenibilidad, por la responsabilidad colectiva y por un sentido espiritual de la vida.
Me valgo de las palabras inspiradoras de Oscar Wilde, el conocido escritor irlandés, que dijo acerca de la utopía: «Un mapa del mundo que no incluya la utopía no es digno de ser mirado, pues ignora el único territorio en el que la humanidad siempre atraca, partiendo enseguida hacia una tierra todavía mejor… El progreso es la realización de utopías».
Pertenece al campo de la utopía proyectar escenarios esperanzadores. Vamos a presentar uno, de Robert Müller, alto funcionario de la ONU durante 40 años, que fue llamado también «ciudadano del mundo» y «padre de la educación global». Era un hombre de sueños, uno de ellos realizado al crear y ser el primer rector de la Universidad de la Paz, creada en 1980 por la ONU en Costa Rica, único país del mundo que no tiene ejército.
Él imaginó un nuevo relato del Génesis bíblico: el nacimiento de una civilización realmente planetaria en la cual la especie humana se asume como especie, junto con otras especies, con la misión de garantizar la sostenibilidad de la Tierra y cuidar bien de ella así como de todos los seres que en ella existen. He aquí lo que él llamó el «Nuevo Génesis»:
«Y vio Dios que todas las naciones de la Tierra, negras y blancas, pobres y ricas, del Norte y del Sur, del Oriente y del Occidente, de todos los credos, enviaban sus emisarios a un gran edificio de cristal a orillas del río del Sol Naciente, en la isla de Manhattan, para estudiar juntos, pensar juntos y juntos cuidar del mundo y de todos sus pueblos.
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el primer día de la Nueva Era de la Tierra.
Y vio Dios que los soldados de la paz separaban a los combatientes de las naciones en guerra, que las diferencias se resolvían mediante la negociación y el raciocinio y no por las armas, y que los líderes de las naciones se encontraban, intercambiaban ideas y unían sus corazones, sus mentes, sus almas y sus fuerzas para el beneficio de toda la humanidad.
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el segundo día del Planeta de la Paz.
Y vio Dios que los seres humanos amaban a la totalidad de la Creación, las estrellas y el sol, el día y la noche, el aire y los océanos, la tierra y las aguas, los peces y las aves, las flores y las plantas y a todos sus hermanos y hermanas humanos.
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el tercer día del Planeta de la Felicidad.
Y vio Dios que los seres humanos eliminaban el hambre, la enfermedad, la ignorancia y el sufrimiento en toda la Tierra, proporcionando a cada persona humana una vida decente, consciente y feliz, controlando la avidez, la fuerza y la riqueza de unos pocos.
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el cuarto día del Planeta de la Justicia.
Y vio Dios que los seres humanos vivían en armonía con su planeta y en paz con los demás: gestionando sus recursos con sabiduría, evitando el despilfarro, frenando los excesos, sustituyendo el odio por el amor, la avaricia por el darse por satisfecho, la arrogancia por la humildad, la división por la cooperación y la suspicacia por la comprensión.
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el quinto día del Planeta de Oro.
Y vio Dios que las naciones destruían sus armas, sus bombas, sus misiles, sus barcos y aviones de guerra, desactivando sus bases y desmovilizando sus ejércitos, manteniendo sólo una policía de la paz para proteger a los buenos de los malos y a los normales de los enfermos mentales.
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el sexto día del Planeta de la Razón.
Y vio Dios que los seres humanos recuperaban a Dios y a la persona humana como su Alfa y Omega, reduciendo a las instituciones, creencias, políticas, gobiernos y demás entidades humanas a su papel de simples servidores de Dios y de los pueblos. Y Dios los vio adoptar como ley suprema aquélla que dice: «Amarás al Dios del Universo con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Amarás a tu bello y maravilloso planeta y lo tratarás con infinito cuidado. Amarás a tus hermanos y hermanas humanos como te amas a ti mismo. No hay mandamientos mayores que éstos».
Y dijo Dios: “Eso es bueno”. Y ése fue el séptimo día del Planeta de Dios».
Si en la puerta del infierno de Dante Alighieri estaba escrito: «Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis», en la puerta de la nueva civilización en la era de la Tierra y del mundo planetizado estará escrito en todas las lenguas que existen en la faz de la Tierra:
  • «No abandonéis nunca la esperanza, vosotros que entráis».
El futuro pasa por esta utopía. Sus albores se anuncian ya.
Leonardo Boff es autor de La opción-Tierra. La salvación par la Tierra no cae del cielo, Sal Terrae, 2008.
Traducción de Mª José Gavito Milano

A vueltas con la laicidad

ArregiA la misma hora en que el presidente español Mariano Rajoy era recibido en el Vaticano por el papa Francisco, el presidente de la Conferencia Episcopal Española Monseñor Rouco Varela, con su habitual aspereza, reprendía al Gobierno del Estado por su falta de iniciativas destinadas a reformar las leyes del aborto y del matrimonio homosexual.
La recepción de Rajoy por el papa Francisco y las declaraciones de Rouco destinadas a Rajoy ponen al descubierto que aún estamos lejos de asumir el principio de la laicidad, es decir, la necesaria separación de poderes políticos y religiosos a la hora de regular la vida pública en una sociedad plural y democrática. Las interferencias y la confusión persisten todavía. Persisten los enfrentamientos de poderes y el conflicto de intereses.
No digo que el enfrentamiento de poderes y el conflicto de intereses sean malos de por sí. Desde las plantas más simples a los animales más complejos, la vida es siempre tensión de múltiples polos, en un equilibrio inestable y delicado. Así es todo lo que es y vive. Y cuanto más complejo, todo se vuelve más frágil y vulnerable, y más necesitado de atención y miramiento. Cuanto más inseguro y herido, todo se vuelve más sagrado, y tanto más urgente se hacen la modestia y la amplitud de miras, la flexibilidad y el respeto muto. Y también la claridad. Claridad para llamar a cada cosa por su nombre: Evangelio a lo que es evangelio y poder a lo que es poder. O, como diría Jesús, para “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Eso es claridad.
¿Qué hace, por ejemplo, un papa recibiendo en su palacio como jefe de estado a otro jefe de estado? Es la mecánica del poder lo que ha traído a la institución eclesiástica hasta esa situación: el obispo de Roma, elegido por un restringido colegio de “principales” o “cardenales” de la ciudad, se convirtió en sucesor del emperador, y luego en soberano absoluto de toda la Iglesia y además en jefe de estado. Toda esa deriva que viene de lejos pero no de los orígenes constituye un grave desorden para la Iglesia de Jesús, que dijo: “No ha de ser así entre vosotros”.
¿Y qué hace el presidente del estado español siendo recibido en Roma, mientras en casa no se digna escuchar los gritos de la calle llena de parados y desahuciados, y ni siquiera admite que los periodistas le pregunten, y va dejando que la política y la democracia se degraden hasta límites intolerables? El hecho –anacrónico desde el punto de vista político, indigno desde el punto de vista religioso– de que el Vaticano sea todavía un estado ya no justifica que nadie sea recibido allí como jefe de estado.
A no ser que Rajoy viajara a Roma –cosa más que dudosa– para acordar con el papa la derogación del Acuerdo firmado en 1979 –en la época de la transición democrática española– entre el estado español y el vaticano, un acuerdo hoy sin sentido, pues concede a la iglesia católica importantes privilegios respecto de otras confesiones o religiones: en dicho acuerdo, en efecto, el estado español se compromete a ofrecer en la escuela pública la enseñanza de la religión católica, a eximir de impuestos los bienes inmuebles de la iglesia y a financiar con fondos públicos el funcionamiento ordinario de la Iglesia católica. Eran privilegios injustos y ahora son además inconstitucionales. Pero no creo que Rajoy viajara al Vaticano para poner término a esa situación irregular. Mucho sería que no hubiera viajado para reforzarla más bien. Confusiones.
¿Y qué hace, mientras tanto, el presidente de la Conferencia Episcopal Española dictando al Gobierno las reformas legales que ha de promover? Tiene, por supuesto, el derecho y el deber de expresar su opinión sobre todos los asuntos de la vida, pública o privada. Como cualquier ciudadano de a pie. Como tú, como yo. La vida es con frecuencia demasiado costosa y difícil, y todo apoyo será poco, y será poca toda palabra. Que digan, pues, los obispos la suya con plena libertad. Que la digan, eso sí, con la afabilidad y la cortesía que debieran caracterizar a los discípulos de Jesús. Y sin querer imponer como ley general lo que ellos consideran bueno ni penalizar como crimen lo que ellos consideran malo.
Como era de esperar, en su intervención Rouco se refirió a sus temas preferidos, urgiendo al Gobierno a emprender en ellos reformas legales profundas: el aborto, el matrimonio homosexual, la enseñanza de la religión. He ahí tres cuestiones a las que nunca jamás se refirió Jesús y que, no obstante, se han constituido en la causa suprema de nuestros obispos, como si el corazón del Evangelio se jugara ahí. Una gran confusión.
Es importante defender siempre la vida de todos. Pero hacen mal los obispos en considerar la ley del aborto como “una conspiración mundial” contra la vida (Monseñor Reig Plá, obispo de Alcalá) o como “holocausto silencioso” (Monseñor Munilla, obispo de San Sebastián), y hacen mal en presentar sus opiniones extremistas como doctrina de la Iglesia católica, por dos motivos fundamentales: porque la doctrina católica nunca identificó el aborto con un asesinato, y porque la mayoría de los católicos de hoy tienen una postura mucho más ponderada, y no pienso que sea porque posean menos fe y sensibilidad humana que los obispos. Por lo demás, éstos no debieran olvidar que la ley actual del aborto no hace que aumenten los abortos, sino que los regula dentro de unas garantías de mayor seguridad e igualdad.
Es importante defender a la familia y el “oficio de madre” y padre (matris munus). Pero no hacen bien los obispos en pretender que solo ellos conocen y protegen el verdadero amor humano o que solo ellos saben lo que quiere Dios o la naturaleza para las relaciones de pareja. Tampoco hacen bien en sostener que el reconocimiento legal del matrimonio homosexual lesiona algún derecho de los matrimonios heterosexuales, como no sea el derecho a que solo ellos sean llamados “matrimonios”, pero no acabo de entender qué clase de derecho es éste. ¿Las parejas heterosexuales posen acaso, por naturaleza o por revelación divina, la exclusiva de la denominación de origen “matrimonio”? Miren, por favor, a la sabia y maravillosa naturaleza, sacramento primero del misterio que llamamos Dios y revelación primera de su querer. Observen de cuántas maneras se realiza en la madre tierra el dulce oficio de padre y madre. Por lo demás, ¿acaso el Derecho Canónico no reconoce como auténtico matrimonio la unión en el amor de dos abuelitos que nunca serán padre y madre?
Es importante y urgente que nuestros niños y jóvenes sean instruidos a fondo en la historia del hecho religioso con sus luces y sombras. Pero se equivocan al reivindicar la enseñanza confesional de una religión en la escuela pública, o al reivindicar para la religión católica unos privilegios negados a las demás religiones. Por lo demás, miren los frutos: ¿no ven los obispos que los hombres y las mujeres de hoy en masa han roto con la iglesia y la religión católica, no tanto a pesar de haber estudiado la religión católica obligatoria, sino justamente porhaberla estudiado?
Todos tenemos el sagrado deber de aportar nuestro granito de arena, en forma de palabra o de acción, para el bienestar de las personas y de los pueblos, el bienestar de todos los seres. Pero otra cosa son las leyes por las que se rige una sociedad. Para eso están los parlamentos, que deberían ser templos de respeto y de tolerancia mutua, santuarios de la palabra y de todos los derechos. A ningún parlamento le compete decidir sobre el bien y el mal, sobre la verdad y la mentira. Le compete más bien tejer las leyes más justas posibles, sobre la base de los consensos lo más amplios posibles, en orden a una convivencia lo más armoniosa posible de todos, sin excluir a nadie. La democracia renuncia a todos los absolutos, y aspira modestamente al máximo bien posible a través del máximo consenso posible. Eso es laicidad.
También las instituciones religiosas deberían reconciliarse profundamente con el límite y la finitud de todo lo humano, sin dejar de aspirar al absoluto que las mueve. Lo absoluto solo se da en lo finito, tan cambiante sin cesar. Las instituciones religiosas harían bien en abrazar el registro de lo parcial, lo provisorio y lo posible, sin dejar de aspirar a lo eterno. Lo eterno solo se da en el tiempo, tan efímero siempre. Una institución religiosa que pretendiera poseer la llave de la verdad o las claves del bien se desacreditaría como religión, al menos como espiritualidad. La gente lo ve.
El Espíritu divino habita en el corazón de la gente, más allá de sus creencias e increencias, de sus adhesiones o rechazos religiosos. Reconocerlo es el fundamento de la sana, de la santa laicidad.

El papel de los periódicos Jaime Richart

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Desde que la democracia se instaló en este país -en la medida que esto sea democracia-, enseguida empecé a desconfiar de los medios de comunicación.
E incluso a detestarlos. En primer lugar, porque al posicionarse a favor de uno de los dos partidos únicos exclusivamente y en contra del adversario, ignoran otras ideas y opciones en función de la razón mayoritaria y no de la razón a secas.
Y quienes amamos por encima de todo el logos, la equidad y la justicia distributiva no podemos aceptar fácilmente que no sean estos sino la razón práctica (siempre por norma de parte del poder fáctico y establecido), quienes reinen y gobiernen; razón por la cual la democracia burguesa nos parece no el menos malo de los sistemas posibles, sino el peor por la injusticia estructural en que se funda: concentración del poder constituido en la concentración del dinero en pocas manos, sostenido a su vez por policías y ejércitos a su servicio, por un lado, subsistiendo a sus expensas el resto con mayor o menor docilidad… Y como los capitalistas son los principales enemigos del sistema sin saberlo, lo que a nosotros nos incumbe es, no ya contradecirles -que eso nunca ha dado resultado- sino, como en las artes marciales, ayudarles a caer…
Por otro lado, lo que llaman usualmente “corrientes de opinión”, no son más que la opinión que generan los medios según su poderío o influencia. “La opinión” predominante no es si no el efecto buscado por el medio predominante y el impacto conseguido. Y el resultado de cada sondeo sólo depende de la penetración de “la opinión” del medio. En segundo lugar, porque aparte de su inclinación al sensacionalismo, es muy difícil no seguir la treta de resaltar lo irrelevante y silenciar lo grave aunque sólo sea por interés de llevarse bien con el poder, el establecido o por establecer.
Por ambos motivos hago a los medios responsables y culpables de la suerte de la política, de las malandanzas de los políticos y del descalabro del país… (Mis carpetas están plagadas de escritos críticos hacia los medios por lo expuesto).
Pero he de vivir y convivir con lo que toca a mi biografía. Y he de abandonar la lucha contra los molinos de viento en espera de mejores tiempos, pues la principal virtud del revolucionario, como dice Mao Ze Dong, es la paciencia. Por consiguiente y mientras tanto, debo analizar la realidad política y social desde la lógica, las formulaciones y las contradicciones típicas decididas por el propio sistema. Por eso, de un tiempo a esta parte y quizá por una serie de concausas que van desde la pérdida de crédito de los círculos mediáticos desplazados por los medios alternativos de Internet, hasta una severa merma de la venta de ejemplares por la misma razón, los medios oficialistas principales se han propuesto redimirse a nuestros ojos, a los ojos del pueblo.
El periodismo es un instituto que, efectivamente, se debe a la investigación como nominal cuarto poder. Y los rotativos de tirada nacional que vienen dedicándose a ella, es lo mejor de toda esta última parte de la historia de un país tan necesitado de vengar la podredumbre que lo asfixia; podredumbre de los políticos de los dos partidos principales, podredumbre de banqueros y directivos bancarios, y podredumbre de los trapaceros de la monarquía.
En todo caso resulta mucho más convincente ahora la actitud del periodismo respecto a la marea del expolio mantenido durante al menos dos décadas, que lo que podamos esperar de la justicia constituida por los órganos colegiados que habrán de juzgar (o no) a estos monipodios y a esta canalla, y que a buen seguro resolveràn con arreglo a derecho pero con toda la contaminación política que cabe imaginar pese al riesgo creciente de estallido social…
Yo creo que en este país nunca se va a situar la volonté general que configura la democracia de Montesquieu al nivel de otros países de la Europa Vieja. Pero las posibilidades de acercarse a ellos pasan por exponer a la vergüenza pública las lacras, engaños, estafas y rapiñas de quienes, fingiéndose administradores sociales, son politicastros o simples ladrones de guante blanco. Y la eficacia de esa misión depende mucho más de la valentía de los medios que de la justicia y de las policías a su vez controladas por el poder político y la plutocracia.
Sigan los medios por este camino, pues la única esperanza de regeneración en este país ya sólo puede venir de que sean ellos quienes pongan bajo los focos de la verg?enza a los ladrones públicos y en su sitio el deseable equilibrio de la sociedad en todos los aspectos.
Nota.- Sólo un reproche a propósito de la formulación judicial acerca de Nóos como ente asociativo ajeno a una ONG que sitúa a los imputados como posibles culpables de pertenecer a una asociación ilícita para delinquir… Prescindiendo de los demás indicios o pruebas indiciarias acerca de los fraudes, engaños y evasión fiscal relacionados con la trama Nóos y Aizoón, ¿cómo es posible que hasta el momento ningún medio ni periodista se haya rasgado las vestiduras ante el anuncio de que el yerno del rey y su familia puedan trasladar su residencia a Catar (máxime cuando país no tiene suscrito tratado de extradición con España) cuando sobre la cabeza del exbalonmanista se ciernen penas de cárcel?

El Papa advierte que en la Iglesia hay muchos trepas y bandidos que usan la religión como un negocio

El Papa Francisco denunció hoy que en la comunidad cristiana hay gentes que no tienen fe, «ladrones y bandidos que usan la religión como un negocio», y advirtió que para entrar en el Reino de Dios «la única puerta es Jesús». Así lo aseguró el Santo Padre en la Misa que celebró en la capilla de la residencia de Santa Marta, en cuya homilía afirmó que «la única puerta para entrar en el Reino de Dios, para entrar en la Iglesia» es Jesús.
(Agencias/InfoCatólica) «También en la comunidad cristiana hay arribistas. Fingen que forman parte pero son ladrones o bandidos, ya que roban la gloria a Jesús, buscan su propia gloria. Para ellos, como los fariseos, la religión es un negocio», afirmó.
Francisco aseguró que esa no es la puerta auténtica para entrar en el Reino de los Cielos, que la puerta es Jesús y que los que de verdad quieren entrar deben ser «humildes, pobres, justos, mansos, es decir, seguir las bienaventuranzas».
«Jesús es el camino, la vía»
El Obispo de Roma agregó que Jesús no es sólo la puerta, «es el camino, la vía». «Hay muchos caminos, tal vez más ventajosos, para llegar, pero son engañosos, no son verdaderos, son falsos. El único camino es Jesús», subrayó el Papa, en la línea marcada por el documento del año 2000 «Dominus Iesus», encargado por el papa Juan Pablo II al entonces cardenal Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI, que presenta a Cristo como único Salvador del mundo.
«Pero algunos dirán, ¡Padre, usted es integrista! No, sencillamente esto lo ha dicho Jesús: ‘yo soy la puerta, yo soy el camino que da la vida’. Sólo eso», afirmó Francisco, quien insistió en que Jesús dice siempre la verdad, con ternura y amor.
El Papa Bergoglio denunció que muchas veces los hombres tienen la tentación de ser «demasiado dueños de ellos mismos y no de ser humildes hijos y siervos del Señor», y que intentan entrar «por otras puertas u otras ventanas».
«Él jamás desilusiona, jamás engaña»
«No buscad otras puertas que parecen más fáciles, confortables, a la mano. Llamad siempre a la de Jesús. Él jamás desilusiona, jamás engaña. Jesús no es un ladrón, no es un bandolero. Ha dado su vida por nosotros y cada uno de nosotros debemos pedirle por favor que nos abra, que nos deje entrar», manifestó.
Desde su elección, el papa Francisco oficia todos días misa en la capilla de la residencia de Santa Marta, a la que asisten, entre otros, cardenales, obispos, miembros de la Curia Romana, funcionarios del Governatorato (ente que gobierna el Estado de la Ciudad del Vaticano) e invitados.
A la misa de hoy asistieron empleados de la Sala de Prensa, encabezados por el director, el jesuita Federico Lombardi, y el subdirector, Ciro Benedettini, y técnicos de Radio Vaticano del centro de Santa María di Galeria, en las afueras de Roma.

¿Qué pretende la Iglesia española con las beatificaciones de los mártires de la guerra civil? Francisco Asensi

Enviado a la página web de Redes Cristianas
La Conferencia Episcopal se ha opuesto a la ley de la memoria histórica porque “reabre heridas” y canonizará a 500 eclesiásticos
(Interesante artículo de Juan G. Bedoya del que hago un breve extracto)
Los obispos españoles, reunidos en asamblea plenaria desde el lunes, han aprobado un “mensaje” con motivo de la beatificación de “unos 500 mártires de la fe” durante la Guerra civil desatada en el verano de 1936 por un golpe militar que la jerarquía eclesiástica de la época apoyó con entusiasmo.
Desde 1987, cuando tuvo lugar la beatificación de los primeros mártires, han sido beatificados 1001 mártires. Ahora, con motivo del Año de la fe se ha reunido un grupo numeroso de mártires que serán beatificados en Tarragona en el otoño próximo.
Los obispos consideran esta beatificación “una ocasión de gracia, de bendición y de paz para la Iglesia y para toda la sociedad”.
El episcopado lleva décadas empeñado en elevar a los altares a miles de los que consideran sus muertos en aquella contienda incivil, y, en cambio, la Conferencia Episcopal se ha opuesto a la ley de la memoria histórica porque “reabre heridas.
Según la Conferencia Episcopal, toda la II República (1931-1939) significó para su iglesia “la última persecución religiosa”, con 6.832 mártires, entre ellos 4.184 sacerdotes y 12 obispos. La Conferencia Episcopal excluye de la relación a los curas fusilados por los fascistas en el País Vasco.
La ofensiva de la jerarquía católica para elevar a los altares a sus víctimas se inició apenas proclamada la victoria del sublevado general Franco, el 1 de abril de 1939. Pío XII, elegido Papa un mes antes, lo proclamó en un radiomensaje 15 días después (16 de abril): “La nación elegida por Dios acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista la prueba de que, por encima de todo, están los valores de la religión”. El pontífice rubricó esa admiración nombrando al implacable dictador español protocanónigo de la romana basílica de Santa María la Mayor.
Los obispos de la época reclamaron de Roma una “beatificación colectiva”. Los acontecimientos posteriores abortaron la operación. La derrota del nazismo y el fascismo en 1945 obligó al Vaticano a retrasar una proclamación semejante, temeroso de que la ceremonia se interpretase como una beatificación de la dictadura criminal de Franco. Más tarde, muerto Pío XII, el obstáculo fue la evolución de catolicismo, impulsada por el Concilio Vaticano II y, sobre todo, por Pablo VI y Juan XXIII, antifranquistas declarados. Este último llegó a prohibir que se pronunciara la palabra Cruzada en su presencia.
Los obispos se enfadan si se les recuerda que Franco utilizó a placer a su Iglesia. Víctimas, pero también verdugos, se dejaron querer durante décadas por el llamado Caudillo, del que obtuvieron generosos beneficios en años de terribles crímenes y penurias -fusilamientos, cárcel, exilio, hambre y falta de libertades- para el pueblo español, en medio del silencio, muchas veces cómplice, de la jerarquía de la confesión romana.
Mi apostilla personal Copio las reflexiones que, en plena guerra civil, hace un alcalde republicano de un pueblo rural a un cura, que él mismo había salvado.
“Ni una sola vez escuché a un cura y menos a un obispo ponerse de nuestra parte. Resignación, eso es lo único que nos predicaban. Y llega el momento que el pueblo se harta de aguantar y saca la rabia que ha ido acumulando en silencio durante siglos. Y la rabia, lo estamos viendo, es tan tremenda que ciega a las personas. Seguro que cuando se escriba la historia, se echará la culpa de esta guerra a los comunistas, a los anarquistas, a los sin Dios. ¿Cómo quieres que el pueblo crea y respete a Dios si Dios siempre ha estado de parte de los fascistas? Milagro será si, al final de la contienda, quede una iglesia en pie y un cura vivo… Mucho odio, demasiado odio. Lo peor es que los curas y los obispos se sienten víctimas inocentes, como si nunca hubiesen roto un plato.
Y claman al cielo: “¡Nos persiguen los hijos de Satanás!” ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué se os persigue? ¿Te lo has preguntado tú, camarada? Leyendo los Evangelios -siguió con su perorata-, me he emocionado más de una vez al escuchar las parábolas de Jesús y he llorado al ver el amor con que ese hombre defendía a los desheredados y la fuerza con que condenaba a los ricos y a los poderosos. De sus maldiciones tampoco se libraban los sumos sacerdotes. ¡Qué mal uso habrá hecho la Iglesia de la doctrina cristiana para que los pobres, que Jesús adoraba y murió por defenderlos, se levanten ahora contra él y lo hagan responsable de sus calamidades y sufrimientos!”
http://franciscoasensi.blogspot.com

Celibato, otro desafío en horizonte de Francisco Débora Rey y Michael Warren

En esta foto del 12 de abril del 2013, Clelia Luro muestra una foto suya con su fallecido esposo, Jeronimo Podesta, un ex obispo de Avellaneda, en su casa de Buenos Aires, Argentina. Luro, cuyo romance con el ex obispo y eventual matrimonio se convirtió en un gran escándalo en los 1960s, es tan cercana amiga del Papa Francisco que él la llamaba cada domingo cuando era el principal cardenal de Argentina. Está convencida de que el Papa Francisco eventualmente conducirá a la iglesia global a terminar con la observación obligatoria del celibato, un requisito que ella cree que \”el mundo ya no comprende\”.
Foto: Natacha Pisarenko / AP
Clelia Luro batalló más de la mitad de sus 87 años contra el celibato impuesto por la Iglesia Católica a sus sacerdotes. Hoy, sentada en una silla de ruedas, guarda la esperanza de que su amigo el papa Francisco ponga fin a ese mandato “que el mundo ya no comprende”.
Esta mujer, que en la década de 1960 escandalizó a la opinión pública argentina por el romance que sostuvo con un obispo —que luego se convirtió en su esposo— tiene razones para guardar la esperanza: sostiene una amistad de más de una década con Jorge Bergoglio, quien la ha llamado religiosamente todos los domingos hasta que partió rumbo a Roma para el cónclave que lo terminó eligiendo sumo pontífice.
De las largas conversaciones que ha sostenido sobre el tema con el hoy papa, cree que Francisco va a resolver la crisis global de la falta de sacerdotes autorizándoles la celebración del matrimonio y la constitución de una familia.
No hay cifras oficiales, pero varios miles de sacerdotes han dejado la Iglesia Católica para casarse. Muchos otros, particularmente en África y América Latina, continuaron con su ministerio pese a mantener relaciones con mujeres e incluso convertirse en padres.
“Creo que de acá a un tiempo probablemente se va a imponer el celibato opcional… estoy segura que Francisco lo va a plantear”, dijo Luro en entrevista con The Associated Press en su casa de Buenos Aires luego de enviarle al papa una carta abierta en la que manifestó “que tenemos una gran esperanza de renovación para nuestra Iglesia”.
Con Bergoglio “hemos discutido bastante el tema del celibato… Hoy en día el mundo no entiende que los curas no puedan casarse”, dijo Luro mientras acariciaba con su mano una cruz tallada en plata que pertenecía a su esposo Jerónimo Podestá, el primer obispo católico que contradijo la ley del celibato y se casó sin abandonar el sacerdocio. “Hoy en día la mujer ya no es considerada un peligro para el hombre”.
Algunas referencias públicas que ha hecho Bergoglio sobre la cuestión así como la comprensión y respaldo que brindó a sacerdotes que dejaron el ministerio por amor entusiasman a activistas como Luro.
Creen además que la elección como papa de un hombre del perfil de Bergoglio, un jesuita comprometido con los pobres, evidencia la voluntad de la iglesia Católica de avanzar sobre cambios profundos para frenar la diáspora de fieles.
Juan Pablo II, Benedicto XVI y sus antecesores prohibieron cualquier discusión sobre un cambio a la regla del celibato y Francisco no ha mencionado el asunto desde que se convirtió en el primer papa latinoamericano hace más de un mes.
“No veo viable que esto sea parte de su agenda”, dijo el sacerdote Roberto Gahl, teólogo de la agrupación ultra conservadora Opus Dei de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma.
Sin embargo, antes de su elección como papa, Bergoglio habló del controvertido tema en un tono que ilusiona a muchos.
En el libro “Sobre el cielo y la tierra”, una transcripción del diálogo interreligioso que mantuvo Bergoglio con el rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano, el ahora papa comentó que “por el momento estoy a favor de que se mantenga el celibato, con los pro y los contra que tiene porque son 10 siglos de buenas experiencias más que de fallas”.
Sin embargo, al mismo tiempo subrayó que “es una cuestión de disciplina, no de fe. Se puede cambiar”.
“En el supuesto caso de que la Iglesia decidiera revisar esa norma… sería por una cuestión cultural, como es el caso de Oriente, donde se ordenan hombres casados”, reflexionó en “Papa Francisco, conversaciones con Jorge Bergoglio”, de sus biógrafos autorizados Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti.
El padre Thomas Reese, analista del Vaticano en la Universidad de Georgetown, se sorprendió por algunas expresiones de Bergoglio como “por el momento” para referirse al tema.
“No es el tipo de comentarios que uno suele escuchar cuando obispos y cardenales discuten sobre celibato”, dijo Reese, un jesuita al igual que Bergoglio.
“El Vaticano liderado por Juan Pablo II y Benedicto XVI decía que ciertos temas estaban fuera de la mesa (de discusión) y cualquier obispo que los discutiera estaría en problemas y los teólogos que escribieran sobre ello se meterían en problemas”, dijo Reese. “Entonces, esto es parte de una pregunta mayor sobre cuánto estará el papa Francisco abierto al debate. Ese es el gran desafío”.
Con el debate sobre celibato, el Vaticano hasta ahora ha adoptado una postura similar a la de los padres que se cuidan de no discutir frente a sus hijos para no confundirlos, describió Reese.
El cardenal Claudio Hummes de Brasil, gran amigo de Bergoglio, fue protagonista de una controversia cuando dijo que el celibato no es un dogma de fe sino una cuestión de derecho canónico.
Las declaraciones, ofrecidas en una entrevista de 2006 antes de que el cardenal llegara a Roma para hacerse cargo de la oficina del Vaticano para el sacerdocio, desataron toda suerte de especulaciones acerca de un posible cambio que Hummes tuvo que emitir una extensa declaración reafirmando el celibato.
De hecho, el celibato es una norma que rige en la Iglesia Católica de Occidente desde el siglo XII y no un dogma de fe, por lo cual se puede cambiar.
El Canon 277 del Código de Derecho Canónico del Vaticano establece que “los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que es un don peculiar de Dios mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres”.
La Iglesia Ortodoxa, en cambio, permite que hombres casados puedan ordenarse sacerdotes. Algo similar ocurre en países donde predomina el rito bizantino, como la Iglesia de Ucrania. Algunos sacerdotes anglicanos casados pudieron convertirse al catolicismo e incluso algunos viudos con familia pudieron ordenarse.
“Los que hemos pertenecido al clero y estamos militando la causa por una Iglesia distinta, que incluya la opción de un celibato, no una obligación, vemos con mucho entusiasmo y mucha esperanza que Francisco pueda rever la medida canónica”, dijo Guillermo Schefer, un ex sacerdote que junto a su mujer Natalia Bertoldi son vicepresidentes de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados.
“Hoy en día la sociedad pide también testimonio de varones probos, gente del pueblo, que tenga una familia”, dijo Schefer. “Es importante que los sacerdotes también puedan optar por una vida de matrimonio y de familia, ayuda más a integrarse con el pueblo”.
Si la Iglesia Católica aceptara que un sacerdote puede casarse “crearía una división en su corazón, debilitaría su compromiso y sería contrario a lo que viene sosteniendo sobre la necesidad de que los religiosos sean humildes y rechacen los placeres terrenales”, remarcó el sacerdote Gahl. “Los defensores del celibato opcional sostienen que el sacerdocio es ‘muy duro’, entonces ‘¿por qué no hacerlo más sencillo?’, pero el papa lo que viene diciendo es que ‘si tú haces el sacrificio, serás dichoso”’.
Bergoglio también se ha expresado en desacuerdo con aquellos que sostienen que el fin del celibato frenará los casos de pedofilia que involucra a religiosos o que permitirá contrarrestar la escasez de seminaristas.
Otro argumento contra cualquier reforma sobre el celibato apunta a su impacto económico: si los 400.000 sacerdotes que hay en el mundo decidieran casarse y formar familias numerosas, habría que mejorar considerablemente sus salarios.
Para el experto Reese la cuestión exige un debate profundo pues en el caso de la orden de los Jesuitas, por ejemplo, el matrimonio no es compatible con el ejercicio de su ministerio.
“Ellos viven en comunidad y se comprometen con el ministerio de la comunidad, sin importar el lugar del mundo al que son enviados y toman votos de pobreza, castidad y obediencia. Si nos casamos, ¿quién paga el colegio de los hijos o los cuidados cuando la esposa cae enferma?, ¿Dónde vivirás? Como religioso, vivo en comunidad, comemos y rezamos juntos y trabajamos en proyectos comunes. Si mi superior me manda a California y mis hijos me dicen: ‘mis amigos del colegio están aquí’, no veo cómo puede funcionar”, aseveró el jesuita.
Cuando conoció al obispo Podestá, Luro tenía 39 años, estaba separada y tenía seis hijas. Podestá tenía 45 y corría el año de 1966. Él era obispo de Avellaneda, suburbio al sur de la capital. Era un sacerdote progresista, muy comprometido con las causas sociales y que apoyó el movimiento de sacerdotes del Tercer Mundo.
“Yo fui la primera mujer para Jerónimo”, confesó Luro. Lejos de esconderse, la pareja hizo pública la relación y se embarcó en una campaña a favor del celibato opcional desde la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, que los llevó hasta las puertas del mismo Vaticano.
Al poco tiempo el entonces papa Paulo VI emitió la encíclica “Sacerdotalis Caelibatus” en 1967 que ratificó los votos de castidad perpetua.
Luro dijo que conoció a Bergoglio poco antes de la muerte de Podestá en 2000. Contó que el entonces Arzobispo de Buenos Aires tuvo una actitud completamente diferente a sus antecesores en el cargo y se puso a disposición de la pareja cuando el obispo cayó gravemente enfermo.
“Después de la muerte de Jerónimo, Bergoglio me llamaba todos los domingos”, dijo Luro. “Para mí fue un apoyo. Hablábamos de la Iglesia, discutíamos, le mandaba material de Jerónimo”. Luro dijo que para su sorpresa recibió días atrás un llamado del papa Francisco, pero se reservó lo conversado.
La cercanía de Bergoglio con los Podestá no debe extrañar ya que como líder de la Iglesia argentina ha sido igual de comprensivo con otros sacerdotes que pasaron por situaciones similares.
“Soy el primero en acompañar a un sacerdote en ese momento de su vida; no lo dejo solo, lo acompaño en todo el camino; en la elaboración espiritual de lo que está viviendo. Si está seguro de su decisión, incluso lo ayudo a conseguir trabajo. Eso sí, lo que no permito es la doble vida. Si no puede llevar su ministerio, le pido que se quede en su casa, que solicitemos lo que llamamos “la dispensa”, el permiso a Roma y así pueda estar en condiciones de recibir el sacramento del matrimonio”, reflexionó Bergoglio en “El Jesuita”.
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La corresponsal Nicole Winfield en el Vaticano contribuyó con este reportaje.