FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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viernes, 15 de marzo de 2013

De Benedicto a Bendecido Juan Masiá Clavel, teólogo

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Esperábamos sus primeras palabras, pero invitó al silencio. Enfocaban las cámaras un primer gesto; pero, sin gesticular, convocó al rezo pidiendo por Benedicto. Esperaba la multitud la primera bendición, pero él pidió ser bendecido primero por el pueblo. El Padre Jorge Bergoglio, obispo de Roma y sucesor de Pedro, al llamarse Francisco sugiere todo un programa como el de Asís: sencillez, sobriedad, silencio y reforma.
Albino Luciani, el Papa de solo un mes (septiembre, 1978), eligió llamarse Juan Pablo juntando el legado de los dos Papas del Concilio.
Su corto servicio pastoral, que no reinado, demostró atinada la elección onomástica. Karl Woijtila optó por ser Juan Pablo II, pero algún vaticanista irónico dijo que le cuadraba mejor el de un Pío XIII, por sus intentos de restaurar vestigios de antiguo régimen. Cuando Joseph Ratzinger se anunció como Benedicto XVI, los reportajes se apresuraron a citar el ora et labora benedictino, apropiado para el exquisito liturgista y trabajador intelectual. ¿Pensaba él más bien en Benedicto XV, que padeció ocho duros años (1914-1922) sin conseguir apaciguar la guerra en el mundo y los conflictos en la iglesia? Benedicto XVI, también ocho años en el cargo, igualó en sufrimiento a su homónimo, pero logró con su renuncia sentar un precedente de reforma. Francisco I ha iniciado su ministerio recogiendo el testigo de Benedicto y rezando el Padre Nuestro al unísono con él, con la diócesis de Roma y con la Iglesia universal.
Cuando los reporteros se disponían a teclear los titulares del primer mensaje, Francisco se ha inclinado sobre el micrófono para iniciar el silencio orante, como un director de ejercicios espirituales antes de proponer los puntos de meditación. Pero ha sido un silencio significativo y explosivo. Muy significativo: que el pueblo bendiga al Papa antes de recibir su bendición. Y, para que el pueblo bendiga al Papa, que el pueblo ore para ser bendecido por Dios y poder así bendecir al Papa. Muy explosivo: que, en vez de la eclesiología piramidal y el pontificado feudal, se conciban los ministerios en la iglesia como servicio a un pueblo de hermanas y hermanos que, a su vez, se ponen al servicio de la familia universal de hombres y mujeres de buena voluntad. El Padre Jorge Bergoglio que, desde sus días como Maestro de Novicios y formador de sus compañeros jesuitas, inculcó el lema ignaciano: “en todo amar y servir”, ha anticipado en su primer saludo como Papa la puesta en práctica de la reforma que pidió el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Iglesia.
Se debatían en el aula conciliar, antes de las votaciones, las enmiendas a este documento fundamental. Una intervención del entonces cardenal Montini, luego Pablo VI, hizo resaltar el giro de ciento ochenta grados que supone la reforma de la iglesia, por contraste con el triunfalismo de la iglesia postridentida y decimonónica. Al cardenal de Milán le parecía presuntuoso decir que la iglesia es luz para el mundo y abogó por una iglesia humilde semper reformanda. La luz es Cristo, dijo, y la iglesia intenta ser espejo que refleje y transmita esa luz, pero el espejo se ensucia y hay que limpiarlo. El resultado fue que ese documento comenzase con las palabras Lumen gentium: luz de las gentes es Cristo, a reflejarla aspira la iglesia “señal e instrumento de la unidad de todo el género humano”. Es esperanzador para la Iglesia y para la humanidad que Francisco I apueste también en la misma línea por esa limpieza del espejo.

Juan José Tamayo destaca que el nuevo Papa está “está sensibilizado con el mundo de los pobres” Noticias.interbusca

Cónclave.-
El director de la cátedra de Teología y Ciencias de la Religión en la Universidad Carlos III, Juan José Tamayo ha señalado que el nuevo Pontífice está “sensibilizado con el mundo de los pobres”.
En declaraciones a la cadena Ser, Tamayo ha indicado que el Papa Francisco es “emblemático” y ha destacado que “parece que la Iglesia del Vaticano se orienta hacia los marginados”. A su juicio, la Iglesia podría ir en camino de convertirse en “la Iglesia de los pobres”.

JOSÉ ANTONIO PAGOLA 17 MARZO

Traen ante Jesús a una mujer sorprendida mientras estaba teniendo relaciones sexuales con un hombre. No se dice nada del varón. Es lo que ocurría casi siempre en aquella sociedad machista. Se humilla y se condena a la mujer, porque ha deshonrado a su familia.
Mientras tanto, nadie habla del varón, aunque, paradójicamente, es a él a quien la Torá exigía no poseer ni desear a una mujer que ya pertenece a otro. Al dar la ley, se piensa en los varones como los verdaderos responsables de la sociedad; luego, al reprimir el delito, se castiga con dureza a las mujeres.(LEER EL EVANGELIO)
Jesús no soporta esta hipocresía social construida por los varones. No es verdad que la mujer sea más culpable que el varón: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». Empezando por los más viejos, los acusadores se van retirando uno a uno, avergonzados por el desafío de Jesús. Saben que ellos son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquellos pueblos.
La conclusión es conmovedora. La mujer no se ha movido. Sigue allí, en medio, humillada y avergonzada. Jesús se queda a solas con ella. Ahora la puede mirar con ternura y expresarle todo su respeto y cariño: «Mujer..., ¿nadie te ha condenado?». La mujer, que acaba de escapar de la muerte, le responde atemorizada: «Nadie, Señor». Las palabras de Jesús son inolvidables. Nunca las podrán escuchar los varones adúlteros que se han retirado irritados. Solo aquella mujer abatida: «Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante, no peques más». Aquella mujer no necesita más condenas.
Jesús confía en ella, quiere para ella lo mejor y la anima a no pecar. Pero de sus labios no brota ninguna condena.

Creer en el perdón 
BASTANTES piensan que la culpa es algo introducido en el mundo por la religión: si Dios no existiera, no habría mandamientos, cada uno podría hacer lo que quisiera y, entonces, desaparecería el sentimiento de culpa. Suponen que es Dios el que ha prohibido ciertas cosas, el que pone freno a nuestros deseos de gozar y el que, en definitiva, genera en nosotros esa sensación de culpabilidad. 
Nada más lejos de la realidad. La culpa es una experiencia misteriosa de la que ninguna persona sana se ve libre. Todos hacemos en un momento u otro lo que no deberíamos haber hecho. Todos sabemos que nuestras decisiones no son siempre transparentes y que actuamos más de una vez por motivos oscuros y razones inconfesadas. 

Es la experiencia de toda persona: no soy lo que debía ser, no vivo a la altura de mí mismo. Sé que podría muchas veces evitar el mal; sé que puedo ser mejor, pero siento dentro de mí 'algo' que me lleva a actuar mal. Lo decía hace muchos años Pablo de Tarso: «No hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero (Rm. 7,19). ¿Qué podemos hacer?, ¿cómo vivir todo esto ante Dios? 

El Credo nos invita a «creer en el perdón de los pecados». No es tan fácil. Afirmamos que Dios es perdón insondable, pero luego proyectamos constantemente sobre él nuestros miedos, fantasmas y resentimientos oscureciendo su amor infinito y convirtiendo a Dios en un ser justiciero del que lo primero es defenderse. 

Hemos de liberar a Dios de los malentendidos con los que deformamos su verdadero rostro. En Dios no hay ni sombra de egoísmo, resentimiento o venganza. Dios está siempre volcado sobre nosotros apoyándonos en ese esfuerzo moral que hemos de hacer para construirnos como personas. Y ahora que hemos pecado, sigue ahí como «mano tendida» que quiere sacarnos del fracaso. 

Dios sólo es perdón y apoyo aunque, bajo el peso de la culpabilidad, nosotros lo convirtamos a veces en juez condenador, más preocupado por su honor que por nuestro bien. La escena evangélica es clarificadora. Todos quieren «echar piedras» sobre la adúltera, todos menos Jesús. Todos quieren convertir a Jesús en «juez condenador», pero él, lleno de Dios, reacciona de manera sorprendente: «No te condeno. Anda y, en adelante, no peques más».


ATRAÍDAS POR JESÚS EN MEDIO DE LA PROSTITUCIÓN

El testimonio de mujeres que ejercen la prostitución. Es realmente una buena noticia. Son mujeres que están tomando parte en grupos donde, acompañadas por las Hermanas Oblatas, reflexionan y oran con la ayuda de mi libro Jesús. Aproximación histórica. He quedado conmovido al captar la fuerza y el atractivo que tiene Jesús para estas mujeres de alma sencilla y corazón bueno. ¿No nos volvería a repetir Jesús aquello que gritó en Galilea: «Las prostitutas entran antes que vosotros en el Reino de Dios»?
Un abrazo grande y agradecido a vosotras mujeres creyentes, por vuestro testimonio, y a vosotras, hermanas Oblatas, que compartís con ellas vuestra fe. José Antonio.


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- Me sentía sucia, vacía y poca cosa, todo el mundo me usaba. Ahora, me siento con ganas de seguir viviendo porque Dios sabe mucho de mi sufrimiento.
- Dios esta dentro de mí. Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. ¡Este Jesús me entiende…!
- He experimentado la presencia de Dios en un viaje a Europa, mi compañera murió en el camino. Dios estaba cerca, lo sentí a mi lado. En aquella mañana sentí que la mano de Dios me guió y su presencia fue muy fuerte…
- Ahora, cuando llego a casa después del trabajo, me lavo con agua muy caliente para arrancar de mi piel la suciedad y después le rezo a este Jesús porque él sí me entiende y sabe mucho de mi sufrimiento.
- Jesús quiero cambiar de vida, guíame porque tú solo conoces mi futuro…
- ¿Dónde estabas? Cada día que pasa siento más el amor de Dios y me siento acariciada por las personas que Dios pone en mi camino…
- Para mí, el simple hecho de sentir amor en el corazón es prueba de tener a Dios en el corazón…
- Me siento afortunada de haber conocido a este Jesús…
- Yo pido a Jesús todo el día que me aparte de este modo de vida. Siempre que me ocurre algo, yo le llamo y Él me ayuda. Él esta cerca de mí, es maravilloso…
- Él me lleva en sus manos, Él me carga, siento la presencia de Él…
- En la madrugada es cuando más hablo con Él. Él me escucha mejor porque en este horario la gente duerme. Él está aquí, no duerme. Él siempre está aquí. A puerta cerrada, me arrodillo y le pido que merezca su ayuda, que me perdone, que yo lucharé por Él.
- Mi vida en el pasado era un vacío, un vaso quebrado, le coloqué un corazón y se unieron los trozos…
- Un día yo estaba apoyada en la plaza y dije: Oh Dios mío, ¿será que yo sólo sirvo para esto? ¿Solo para la prostitución?... Entonces es el momento en que más sentí a Dios cargándome ¿entendiste? Transformándome. Fue en aquel momento. Tanto que yo no me olvido. ¿Entendiste?...
- Yo ahora dialogo con Jesús y le digo: aquí estoy, acompáñame. Tú viste lo que le sucedió a mi compañera (se refiere a una colega que fue asesinada en un hotel). Te ruego por ella y pido que nada malo suceda a mis compañeras, yo no hablo pero pido por ellas pues ellas son personas como yo.
- Ahora, cuando tengo tiempo, voy a su capilla hecha de troncos cortados por la mitad y de palmas. Se llama la iglesia de la naturaleza. Tienen una capilla para la adoración. Y me encuentro conmigo misma… y no digo “Señor dame esto o aquello” estoy sin hacer nada. Solo a veces canto mi canción favorita «anima Christi» especialmente porque es mi favorita. Yo le canto a Jesús en mis pensamientos.
- Solo en Jesús puedo confiar… a través de mis lágrimas y orando para sobrevivir.
- Estoy furiosa, confundida, triste, dolida, rechazada, nadie me quiere, no sé ni a quien culpar o sería mejor odiar a la gente y a mí, o al mundo. Fíjate, desde que era niña yo creí en ti y has permitido que esto me pasara. Ya estoy cansada de echar la culpa a Dios. Pero no me hagas daño. Te doy otra oportunidad para protegerme ahora. Bien, yo te perdono, pero por favor no me dejes de nuevo.
- En Jesús he encontrado el verdadero amor que he deseado conocer y experimentar.

Mensaje del Rector Mayor, D. Pascual Chávez, a los Salesianos y a todos los miembros de la Familia Salesiana


Ante la elección del Papa Francisco, el Rector Mayor de los Salesianos, Don Pascual Chávez Villanueva, se dirige a la Congregación y a la Familia Salesiana un mensaje que confirman los lazos de los Hijos de Don Bosco con el sucesor de Pedro.
He tenido la gracia de haber estado presente en la Plaza de San Pedro, repleta de miles y miles de personas, especialmente jóvenes, en el momento en el que hemos escuchado el mensaje que tanto esperábamos:
 “Annuntio vobis gaudium magnum.
Habemus Papam
Georgiumg Marium Bergoglio
qui sibi nomen imposuit
FRANCISCUM”.
Aunque su nombre no había sido mencionado entre los papables, y que por tanto causó perplejidad en aquellos que no sabían de quien se trataba, la acogida del Nuevo Sucesor de Pedro no se hizo esperar, y la primera respuesta fue un grandísimo aplauso, expresión de una gran alegría, acompañada de los primeros gritos: Francisco, Francisco, Francisco…
Una vez más, ha sido el Espíritu Santo quien ha guiado a los Cardenales electores en la elección del Hombre que Dios mismo había elegido como Vicario de Cristo.
Junto a todos vosotros, queridos hermanos y hermanas, miembros todos de la Familia Salesiana, y los jóvenes, alabo y doy gracias al Señor por el grandísimo regalo que nos ha dado en la persona del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Jesuita, arzobispo de Buenos Aires, que he tenido la gracia de conocer y tratar personalmente en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (Brasil), en la Beatificación de Zeferino Namuncurá.
La elección del nombre, Francisco, es ya algo significativo porque recoge, en cierto modo, algunos de los rasgos característicos de su persona -la sencillez, la austeridad, la autenticidad- y, al mismo tiempo, es programática pues pone en evidencia algunos de los elementos que deben definir el rostro de la Iglesia y su relación con el Mundo.
Antes de impartir su primera bendición como Pontífice, Él nos ha pedido bendecirle. En un profundo silencio cada uno, desde el fondo de su propio corazón, lo ha hecho, dejándose guiar por el Espíritu. Ahora, os invito a invocar, para Él, la abundancia de los dones del Espíritu, de modo que tenga la Luz para discernir aquello que el Señor espera de Su Iglesia hoy, y encuentre la Energía para realizarlo.
Con espíritu de fe y gran estima y devoción, acojamos al Papa Francisco, como lo habría hecho Don Bosco y, mientras lo confiamos al cuidado y guía materna de María, le aseguramos nuestro afecto, nuestra obediencia y la más sincera y determinada colaboración en este tiempo de Nueva Evangelización.
Roma,13 Marzo 2013
don Pascual Chávez V., SDB
Rector Mayor