FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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lunes, 4 de febrero de 2013

Ésto no hay quien lo aguante… Jaime Richart

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Lo que hay en España es una plaga bíblica: la plaga de una canalla política, real y banquera que nos está sacando a cada cual lo peor de nosotros mismos…
Y no es ya sólo la corrupción, el saqueo o el despilfarro frenéticos de las arcas públicas a cargo de alimañas sociales… Ni tampoco los graves efectos materiales y morales que ambos modos de defraudar han producido en la mayoría de ciudadanos y en la confianza de quienes les votaron, que por si solos mueven a sublevación…
Ni lo que ha hecho el yerno de un rey sospechoso, de un Estado sospechoso y fallido por culpa de todos ellos y de la banca; ni la evasión fiscal de incontables millones practicada por miembros del partido en el gobierno relacionados con una trama de corrupción precedente en la que están también otros implicados del mismo partido; evasión probada por la respuesta de los bancos suizos a las comisiones rogatorias de un juez ignominiosamente condenado por investigar a fondo esa trama…
Aparte de todo eso, hay también otros datos y detalles concomitantes con los hechos en los que aparecen involucrados personajes y personajillos relacionados con el poder institucional y la banca carentes de todo escrúpulo, cuya repulsa no precisa explicarse por la ilicitud o por la ilegalidad oficiales propiamente dichas.
Me refiero, por ejemplo, a dos fenómenos particulares que claman al cielo justo porque el amparo que le presta la “legalidad” chocan con la más elemental ética y los hace aún más inmorales…
Uno es el caso de esas jubilaciones multimillonarias de señores de un sector bancario que agravian a tanto desahucio, tanto drama humano y tanta miseria provocados en buena medida por su impericia y sus malas artes… ¿Qué explicaciones, de esas del manual del capitalismo que nos explica que “el riesgo justifica el beneficio” aducirán ahora los defensores del sistema de libertades formales que justifique semejante desvarío? ¿en qué, dónde estuvo el “riesgo”? ¿Con qué criterio se estiman esos premios a unos directivos públicos (pues no eran privadas las Cajas ahora fusionadas) que además han llevado a la quiebra a las entidades?
¿Qué clase de méritos adornan a tales personajes que nos impida ver que estamos ante prebendas de medievales, signos de atraso y de barbarie de una sociedad? ¿Es lícita esa gravísima ofensa a los afectados directamente por sus rapiñas y a los excluidos sociales, e indirectamente a la inteligencia de quienes no lo somos… todavía? ¿Tanto valen las neuronas de quienes mediante engaño y malas artes han llevado a la ruina a una entidad, arrastrando a parte de su clientela, como para entender que tienen derecho a esa canonjía que al final costea su propia clientela?
El otro es un comportamiento canallesco aunque sea “legal”. ¿Cómo es posible que se permita a un ladrón, presunto o no, el ex presidente de la CEOE, haber llevado a cabo el exterminio de una cabaña de ciervos en una extensísima finca de su propiedad? ¿Hemos de entender que la propiedad de semejante finca lo es erga omnes; es decir, que lleva aparejada el derecho absoluto a tal exterminio sin ley ni ordenanza ni sensibilidad que lo hubieran debido impedir?
¿De verdad creen esos personajes, esos politicastros que dictan en los parlamentos las desigualdades, que hay tal diferencia entre ellos (que dicen estar ahí para servir a la colectividad) y las multitudes de ciudadanos y familias que subsisten sólo gracias a la caridad o a la filantropía? Aun admitiendo nosotros interinamente la axiología capitalista ¿de verdad se creen tan superiores en inteligencia como para llegar a esos extremos? ¿No imaginan los sentimientos de frustración, de impotencia, de indignación y de los horribles deseos que generan en la ciudadanía, y que se imponen a cualquier otro factor de orden y de justicia institucional?
Olvidando pasados desafueros, errores e incompetencia técnica y política escandalosos de los gobernantes de turno y de los altos tribunales (Prestige, inclusión en la ocupación de Irak, desnaturalización del Estatut catalán, defenestración del juez Garzón…), aunque antes eso devislumbraba, en un espacio relativamente corto de tiempo se ha presentado a la ciudadanía un panorama sumamente sombrío, depresivo y desalentador. A las innumerables fechorías de los muchos implicados en tramas de corrupción y de abusos y desviación de poder, se han unido abusos protegidos por las leyes, como los citados y otros que sería fatigoso enumerar.
En todo caso el espectáculo está compuesto de la noticia constante de bucanerismo de personajes oficiales, oficializados u oficiosos de toda laya; estafas amparadas en unas leyes y unos decretos confeccionados a la medida del interés de estos y de los de su clase… Expolios, expropiaciones, privilegios, desahucios, canonjías, prebendas, sinecuras por doquier; y todo, al lado de una justicia ordinaria implacable con los ciudadanos comunes reducidos a la condición de ilotas, de esclavos de las castas que se ven y se sienten y se comportan como si estuvieran por encima del bien y del mal. Y todo, junto a la grotesca misericordia también de los sucesivos gobiernos expresada en indultos para los suyos, para sus ladrones, para sus timadores, para sus bellacos…
¿Cuánto tiempo queda para que se produzca el estallido de la sociedad que empieza a pasar hambre, vilipendiada por tanto vividor, tanto cacique, tanto nazi, tanto acreedor a ser conducido a gulags para toda la vida?
Yo, personalmente, y estoy sguro que muchos millones más, deseo fervientemente a todos ellos que contraigan la peor de las enfermedades mientras no les fuerce la justicia del Estado a redimirse de manera concluyente con condenas sin paliativos. Porque no son ni uno, ni dos, ni docenas. Esa calaña se cuenta por miles de individuos e individuas amparados y amparadas en la solemnidad de un ordenamiento jurídico viciado de nacimiento y blindado por la perversidad de políticos ambiciosos y pretenciosos que vienen desfilando desde que los primeros cocinaron esa llamada ley de leyes afiligranada a la medida de la manda del dictador. Insoportable…

Cura irlandes en riesgo de excomunión Ingrid Colanicchia

Otro cura irlandés a punto de ser excomulgado por haber defendido el sacerdocio de las mujeres: “no reniego de mi conciencia” (Tony Flannery)
“Entiendo que la renuncia a mi libertad de pensamiento, de palabra y, sobre todo, de conciencia es un precio demasiado alto que tengo que pagar para ser readmitido en las filas de los ministros de la Iglesia”.
El p. Tony Flannery (uno de los fundadores de la “Association of Catholic Priests”, organización que reúne a unos 800 curas irlandeses, partidarios de una profunda y radical renovación en la Iglesia) se ha manifestado, de esta manera, tan clara como contundente. Al hacerlo, ha asumido el riesgo de incurrir en excomunión, habida cuenta de que no tiene intención alguna de renegar de sus convicciones sobre el sacerdocio femenino y la moral sexual.
Posicionamientos “poco ortodoxos”. Rompiendo la prohibición de verter opiniones en los medios de comunicación impuesta en abril del 2012 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, a raíz de algunos posicionamientos poco “ortodoxos”, el religioso redentorista irlandés (a quien se le ha prohibido ejercer su ministerio desde el pasado año), ha relatado las vicisitudes por las que ha tenido que pasar en las páginas del “Irish Times” (21.I.2013): a la censura del pasado mes abril, escribe P. Flannery, ha seguido “un año de tensión y estrés”.
Y si es cierto que al principio del verano se abrió la posibilidad de alcanzar un compromiso, también lo es que semejante posibilidad se fue diluyendo. “Poco a poco, escribe el redentorista, me fui dando dado cuenta de que la Congregación para la Doctrina de la Fe apretaba el acelerador”: finalmente, tuve que enfrentarme a una elección: o firmaba una declaración pública (sosteniendo que aceptaba unas enseñanzas que, en conciencia, no podía aceptar) o asumía la posibilidad de ser excluido permanentemente del ministerio sacerdotal, con riesgo de sanciones todavía más graves”.
El p. Flannery ha tomado una decisión: “independientemente de las sanciones que el Vaticano me quiera aplicar”, comunica, “haré, en lo que a mí concierne, todo lo que esté en mis manos para oponerme a la tendencia actual del Vaticano de favorecer la creación de una Iglesia de condena en vez de misericordia”.
Desmentido oficioso y amenaza. Pero esto no acaba aquí. Después de la publicación en el periódico “The Irish catholic” (23. I. 2013) de un artículo en el que se sostenía que el sacerdote irlandés no había sido amenazado con la excomunión, el p. Flannery se ha visto obligado a facilitar algunos detalles de lo acontecido.
El religioso redentorista aclara haber recibido en junio del 2012 un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe remitiéndole a los cánones 1044 y 1364 del Código de Derecho Canónico: en el primero de ellos se indica que “son irregulares para ejercer las órdenes recibidas”, entre otros, aquellos sacerdotes que han cometido el delito de herejía; en el segundo, se establece que “el apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión ‘latae sententiae’”.
“Antes de imponer las sanciones previstas por la ley –tal y como se puede leer en el documento hecho público por el p. Flannery- es regla de la Congregación para la Doctrina de la Fe adoptar medidas que reconduzcan al sacerdote a la fe”: “Sólo si fracasan estas medidas se aplicarán las penas canónicas”.
“No soy un teólogo –ha comentado el religioso- pero esto a mí me suena como una amenaza”.
La preocupante llegada del nuevo Prefecto: Gerhard Müller. Las cosas, según cuenta el directamente interesado, se han complicado con el cambio de Prefecto en el ex Santo Oficio.
Si el cardenal Levada entendió que era suficiente el documento aclaratorio presentado por el p. Flannery en el mes de junio, no ha pensado lo mismo Gerhard Müller, el sucesor de Levada el pasado mes de julio, quien, una vez al tanto del caso del p. Flannery, le remitió un documento con algunas modificaciones que necesariamente tenía que insertar en su declaración: una primera relativa a la sucesión apostólica, otra segunda sobre la eucaristía, la tercera sobre el sacerdocio (en la que se afirma que la ordenación de mujeres es imposible) y una cuarta según la cual tendría que declarar que aceptaba sin reservas la enseñanza de la Iglesia, también en todo lo concerniente a las “cuestiones morales”. Son estos dos últimos puntos los que han decantado al religioso por el rechazo.
Muestras de solidaridad. El p. Flannery ha recibido numerosas muestras de solidaridad: de la sección irlandesa del movimiento “Nosotros somos Iglesia” y del líder del movimiento austriaco “Pfarrer Initiative”, el p. Helmut Schüller en el “The Irish Times” el pasado 21 de de enero.
Pero la más importante de todas ha sido la de la “Association of Catholic Priests” el pasado 21 de enero. Esta asociación protesta contra el trato que se le ha dado calificándolo de injusto” y denuncia el procedimiento seguido por la Congregación para la Doctrina de la Fe: “reticencia a tratar directamente con el acusado, imposición de mantener el secreto, olvido de la presunción de inocencia, falta de un justo proceso”. “El p. Flannery ha entregado su vida al servicio de la Iglesia”, continúa la “Association of Catholic Priests” y “sin embargo, esta misma Iglesia le trata sin respeto alguno, perjudicando su reputación y dejándolo ante un futuro incierto”.
Hay dos pesos y dos varas de medir cuando se predica el derecho a la libertad religiosa ante los otros, y cuando no se respeta en el interior mismo de la Iglesia”. El proceso contra el p. Flannery, concluye la “Association of Catholic Priests”, hay que entenderlo formando parte de la estrategia adoptada por la Iglesia Vaticana para debilitar las asociaciones independientes de sacerdotes.
Y si es cierto que la provincia irlandesa de los redentoristas se ha manifestado “profundamente entristecida por la interrupción de las comunicaciones entre el p. Flannery y la Congregación para la Doctrina de la Fe” recordando todo lo apreciado y respetado que es en el país, también lo es que el superior general de la Congregación, el p. Michael Brehl, ha sido menos conciliador al invitarle encarecidamente a “esforzarse de nuevo en proporcionar una respuesta satisfactoria a las cuestiones que le ha formulado la citada Congregación vaticana.

Así vive José Mújica, presidente de Uruguay: el presidente más pobre.



¿CUNDIRÁ EL EJEMPLO?