FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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viernes, 28 de diciembre de 2012

José Luis Pérez: La mitificación tonta que se hace de los fundadores no es buena para ninguna institución de la Iglesia

José Luis Pérez, iniciador de Adsis

Fundador de Adsis, un movimiento de hombres, mujeres, célibes, familias y curas

José Luis Pérez:

"Tenemos que recuperar el profetismo humilde y de denuncia a través del amor y la claridad"

 (José Manuel Vidal).- No suena tanto como los Kikos, pero es uno de los movimientos más originales, plurales y vivos de la Iglesia. Se llama Adsis y también nació en España, de la mano de José Luis Pérez Álvarez, un sacerdote salmantino, músico, doctor en Filosofía y en Teología. Movimiento y fundador atípicos. Por ejemplo, hace ya unos años que dejó su puesto de presidente, porque "la mitificación tonta que se hace de los fundadores no es buena para ninguna institución de la Iglesia". Su movimiento, especialmente dirigido a los jóvenes, admite hombres, mujeres, célibes, curas o casados.LEER ENTREVISTA

 

Inocentes en la Iglesia y el reto de Rouco

Religión digital

José Manuel Vidal
 
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Hace bien la jerarquia eclesiástica, empezando por el Papa, en denunciar que nuestro mundo sigue siendo una fábrica de víctimas inocentes. Inocentes por millones, causados por las guerras, el hambre, las enfermedades, la esclavitud, la explotación o el aborto. Inocentes cuyos gritos llegan a los oídos de Dios. Inocentes que buscan acogida, compasión y misericordia en la Iglesia. Y, en numerosas ocasiones, las encuentran. Y el Dios de los Inocentes tiene que sentirse orgulloso de la labor de su Iglesia.
No debe sentirse, en cambio, tan orgulloso al ver que la propia institución cae y peca en eso mismo que denuncia. Al constatar que también en el seno de la Iglesia hay víctimas. Hay Inocentes que sufren por los pecados de sus miembros, de sus dirigentes y de sus estructuras injustas, que algunos se resisten a cambiar. Citemos sólo algunas de esas víctimas.
Víctimas eclesiales inocentes son las mujeres, relegadas, marginadas. Hermanas e iguales en teoría, pero alejadas, en la práctica, no sólo del altar, sino de muchos de los servicios con los que vive y se sustenta la comunidad. Un pecado y un escándalo, que ya nos está pasando factura.
Víctimas eclesiales inocentes son los niños abusados por las manzanas podridas del clero, hasta no hace mucho "tapadas" por sus respectivos obispos en una estrategia vil y pecaminosa de silenciamiento y encubrimiento que clama al cielo. Gracias al Papa-barrendero de Dios, ésa dinámica se ha roto y en la Iglesia se camina hacia la tolerancia cero en este ámbito.
Victimas eclesiales inocentes son los teólogos, a los que la institución se les hace intelectualmente inhabitable, a los que se persigue, se señala y se pone en el ojo dell huracán...Marciano Vidal, nuestro mejor moralista, lleva años en silencio forzado. A Andrés Torres Queiruga, uno de nuestros mejores teólogos, se le intentó desautorizar públicamente...A Juan José Tamayo no le dejan hablar en lugares eclesiásticos, aumentando su fama y su notoriedad...José Antonio Pagola sigue en entredicho por un libro que tanto bien está haciendo a tantos...Y asi, otros muchos. Los grandes teólogos, los mejores, callan y esperan tiempos mejores. Y la institución desperdicia y malgasta sus talentos y sus recursos...
Se ha instaurado un clima de miedo en la Iglesia católica española. Un clima insano, paralizante, que no permite aunar esfuerzos para lanzarnos todos juntos a esa tan cacareada y urgente nueva evangelización. Sumando sin restar. Mientras los provinciales y los superiores y los propiso obispos estén pendientes del telefonazo de Añastro no podrán ser libres ni promover la sana libertad de los hijos de Dios entre sus curas, frailes, monjas y fieles. Y se extiende la autocensura y la niebla del miedo lo recubre todo...
Miedo, a veces, autoinducido por los cuadros medios, casi siempre trepas,que creen así responder mejor a los deseos de sus "jefes".
Una dinámica del miedo que sólo se puede romper por medio de una numerosa "rebelión" de curas, frailes y monjas, al frente del pueblo de Dios. O por un numeroso grupo de obispos que sean capaces, en conciencia, de primar la libertad por encima de sus propias carreras. Y denunciar lo obvio y pedir un cambio urgente.
O, mejor aún. Creo, y asi lo digo, que sólo hay una persona que, si quiere, puede cambiar de un plumazo este clima de miedo (unas veces provocado y otras, inducido): el cardenal Rouco Varela. Sólo él, el vicepapa español, la máxima autoridad reconocida por sus pares, puede inaugurar una nueva etapa de confianza, ilusión, libertad, compasión y misericordia en la Iglesia española.
Y no le costaría mucho. Sólo tiene que proponérselo y dejarlo claro en la próxiam Plenaria episcopal. Todavía le queda tiempo para eso. Si el modelo es el cardenal Meisner, de Colonia, le quedan aún unos cinco años. Tiempo suficiente para confiar en los prelados que no quieren hacer carrera (que también los hay) y orillar a los trepas y a los que, siempre que se acercan a él, es para preguntarle de palabra o con la mirada: "¡Qué hay de lo mío!"
Si se lo propone, es capaz de hacerlo. Es el unico capaz de hacerlo. Y dejaría, tras su marcha, no sólo el recuerdo de la triunfante JMJ (que también), sino una Iglesia española encarrilada sobre las vías de la unión que hace la fuerza, del prestigio recobrado y de la confianza social recuperada. Ése es, a mi juicio, señor cardenal, su gran reto de cara al 2013 y sucesivos. ¡Qué Dios le dé fuerzas! Y cuente con nosotros en ese empeño.

JOSÉ ANTONIO PAGOLA 30 DICIEMBRE 2012

¿QUÉ FAMILIA?
Hoy es el Día de la familia cristiana. Una fiesta establecida recientemente para que los cristianos celebremos y ahondemos en lo que puede ser un proyecto familiar entendido y vivido desde el espíritu de Jesús.
No basta defender de manera abstracta el valor de la familia. Tampoco es suficiente imaginar la vida familiar según el modelo de la familia de Nazaret, idealizada desde nuestra concepción de la familia tradicional. Seguir a Jesús puede exigir a veces cuestionar y transformar esquemas y costumbres muy arraigados en nosotros.
La familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran familia que hemos de ir construyendo los humanos escuchando el deseo del único Padre de todos. Incluso sus padres lo tendrán que aprender, no sin problemas y conflictos.(LEER EL EVANGELIO)
Según el relato de Lucas, los padres de Jesús lo buscan acongojados, al descubrir que los ha abandonado sin preocuparse de ellos. ¿Cómo puede actuar así? Su madre se lo reprocha en cuanto lo encuentra: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús los sorprende con una respuesta inesperada: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».
Sus padres «no le comprendieron ». Solo ahondando en sus palabras y en su comportamiento de cara a su familia, descubrirán progresivamente que, para Jesús, lo primero es la familia humana: una sociedad más fraterna, justa y solidaria, tal como la quiere Dios.
No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Cómo son nuestras familias? ¿Viven comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses? ¿Educan para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?
¿Qué está sucediendo en nuestros hogares? ¿Se cuida la fe, se recuerda a Jesucristo, se aprende a rezar, o sólo se transmite indiferencia, incredulidad y vacío de Dios?. ¿Se educa para vivir desde una conciencia moral responsable, sana, coherente con la fe cristiana, o se favorece un estilo de vida superficial, sin metas ni ideales, sin criterios ni sentido último?
 

DIFERENTE
¿Puede decir algo al hombre o a la mujer de hoy el deseo de Dios de un creyente del siglo once? ¿Está permitido publicar su oración en un periódico de nuestros días? ¿Es una provocación de mal gusto? ¿Una ingenuidad? ¿Puede ser una «llamarada» diferente para quienes buscan algo más que bienestar material? He dudado antes de transcribir estos fragmentos de la célebre oración de Anselmo de Canterbury. Tal vez sean para alguno un «regalo de Navidad».
«Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate un rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia.... Excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte a buscarle...
Ahora di a Dios: Busco tu rostro, Señor, anhelo ver tu rostro... Enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Si no estás aquí, ¿dónde te buscaré? Si estás por doquier, ¿cómo no descubro tu presencia?... Nunca jamás te vi, Señor, Dios mío; no conozco tu rostro.
¿Qué hará éste tu desterrado lejos de ti? ¿Qué hará tu servidor, ansioso de tu amor y tan lejos de tu rostro? Anhela verte, y tu rostro está muy lejos. Desea acercarse a ti, y tu morada es inaccesible. Arde en el deseo de encontrarte, e ignora dónde vives. No suspira más que por ti, y jamás ha visto tu rostro...
Tú me has creado... y me has concedido todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. Me creaste para verte, y todavía nada he hecho de aquello para lo que fui creado...
Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré».

Navidad para ateos II JI. González Faus

Carne.-Vale la pena aclarar que el texto de san Juan ( el Verbo se hizo carne)no dice asépticamente que la “Palabra” se hizo uno de nosotros, sino que lo dice con uno de los términos más negativos que tiene la mentalidad semita para designar al hombre: dice que se hizo carne (lo cual no significa exactamento que se hizo materia, sino que se hizo poquedad, fragilidad, fugacidad y fracaso. Se hizo, pues, nuestra misma debilidad, nuestra misma fugacidad y nuestra lucha y nuestra tragedia.
Los cristianos llaman a eso la Encarnación, pero esto no importa ahora. Lo que importa es que, desde el texto hindú (profundo y sobrecogedor por otra parte), no es posible esa forma de comunicación que describe el texto cristiano. En un caso la Plenitud máxima es concebida como cerrazón absoluta. En el otro (y paradógicamente) como apertura absoluta, pero en una apertura que no destroza, sino que llega a ser la máxima Plenitud.
Precisamente por eso, la clave de esta historia ya no está en que “Alguien” vaya a intervenir mágicamente en ella desde fuera (Como piensan los hombres religiosos y niegan con razón los ateos), sino en que está llevada, soportada por el Absoluto.
Si esto es verdad, resulta una verdad tan increíble que tendría que ser recordada constantemente, y celebrada con frecuencia. Por eso el evangelio de Juan continúa diciendo que, en ese “abajamiento”de la Comunión Absoluta, hemos visto nada menos que “la gloria de Dios”. Ahí y no en otra parte. Y una gloria de Dios que no sería accesible si Dios fuera la Plenitud cerrada. Recordar todo esto es lo que quiere ser la Navidad. Este era su núcleo fundamental.
Es claro que todo eso ya no tiene nada que ver con lo que pasa estos días navideños en la mayor parte del mundo. Y conste que no soy enemigo de que lo más profundo del hombre se exprese de manera material( en fin de cuentas la Navidad implica una sublimación de la materia); pero a condición de que esa manera material nazca de aquella profundidad en lugar de suplantarla o eliminarla.
Queda claro también por qué Fidel Castro no me cae antipático por el hecho de haber suprimido la Navidad. Si yo tuviera poder para ello, quizás haría lo mismo. Y el escándolo de los bienpensantes por el hecho de que Fidel suprimiera la Navidad me parece más blasfemo que el hecho de prohibirla. (Aclaremos que este año vuelve a permitirse la celebración de las fiestas navideñas en Cuba).
Repensar así las cosas podría ser el modo de dar sentido a la Navidad para algunos ateos. Al menos para los ateos del Becerro de Oro…(El Mundo 26 de diciembre de 1992).

Navidad para ateos I JI. González Faus, teólogo

Este podría ser el único villancico cantable hoy, inteligible para el hombre postmoderno. La cultura consumista exigiría una inculturación de este tipo. Y en los belenes del futuro ya no será necesario colocar ninguna cueva (“Qué hortera ¿no?”), porque el Nacimiento tendrá lugar en unos grandes almacenes o en un Banco. El buey y la mula ya no estarán en torno al pesebre; el buey yacerá dentro de la cuna -pequeñito, pero revestido de oro- para que todo el mundo pueda ebtender lo que en realidad se está celebrando: el nacimiento…del becerro de oro.
Fiesta pagana.-No creo que esta situación tenga remedio en el mundo occidental, ni que el cristianismo primermundista tenga hoy fuerza para cambiar el sentido de una fiesta pagana, como cuentan que supo hacer con la Navidad en los comienzos de su historia.
Estas líneas, pues, no pretenden cambiar nada. Se dirigen sólo a aquellos que no creen en ese dios al que Jesús llamaba Mammón, o a aquéllos que se preguntan qué es lo que estuvo alguna vez debajo de toda esa trivial parafina consumista, y qué había en el lienzo originario o en la pintura primitiva de la Navidad.
Difícil explicarlo hoy con lo desteñidas que se nos han quedado las palabras. Pero a mí me proporciona cierto acceso a ello la comparación entre un texto hindú y otro texto cristiano. En uno de los libros sagrados de la India, muy anterior a Cristo, se encuentra la afirmación siguiente: “En el principio existía el “Sí-mismo”./Este existía en forma de persona./ Miró: no vió nada más que a Sí,/ y dijo: “Yo soy”./ Este fue el comienzo (Br.arm.Upanishad I, 4,1).
Llama en seguida la atención el parecido de ese texto con otro de los clásicos del cristianismo, con el que coincide en casi todo el primer verso: “En el principio existía la Palabra”. Si traducimos un poco lo que significa eso de “la Palabra”, la comparación con el texto hindú se vuelve más luminosa: “En el principio existía el “Salir-de-sí-mismo”,/ y ese Salir-de-sí-mismo era Dios y estaba vuelto hacia Dios./ Esto es lo que ocurría en Dios desde el principio…/ Y ese Salir-de-sí-mismo se hizo poquedad humana./ Y plantó su tienda entre nosotros…(Evangelio de Juan, cap. I).
En ambos casos resulta sobrecogedor el esfuerzo del lenguaje humano por asomarse al comienzo de los comienzos, más allá incl-uso de aquel big-bang que -cuando se lo piensa un poco seriamente- no deja de ser también estremecedor. Aquí (“en el principio”) coinciden nuestros textos.
Pero comienza a separarse en el contenido de esos orígenes. Para el texto hindú, el inicio de toda realidad es Dios como Sí-mismo absoluto. Para el texto cristiano, en el origen de todo está Dios como salida de Sí o como autodonación absoluta de ese Sí-mismo. En un caso, Dios como Autoconciencia Absoluta. En el otro, Dios como Comunión Absoluta.
Pueden parecer formulaciones muy enrevesadas, pero creo que no lo son y que, si seguimos leyendo, se aclararán. Porque -según el texto cristiano, esa concepción del origen extratemporal como Comunión Absoluta es lo que hace posible que, en un tiempo concreto del tiempo, esa Autodonación Absoluta, se hiciera libremente un vulgar ser humana, de esta historia y que de este modo, saliera también hacia nosotros y se comunicara a nosotros.
Paz y bien.