FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

miércoles, 31 de octubre de 2012

Yo SÍ quiero saber cuántos suicidios hay en España y sus causas Luís Ángel Aguilar

No es que uno sea morboso, que para nada. Pero creo que los signos de los tiempos nos llevan a considerar nuevas circunstancias en cada momento histórico, y éste de la crisis actual y su pésima respuesta política ya pide plantearnos algunos “porqués” y ciertos “quienes”. Como ya vamos siendo adultos, yo prefiero que no me engañen “por mi bien” y que no me oculten información “porque pueda ocasionar daños mayores”. Ya está bien esa falsa moralidad, según convenga. Nunca estuve de acuerdo con que en las estadísticas del INE, dejaran de reflejar los datos de los suicidios en España, justo desde 2010 que fue el año con menos decesos (3.145) y justo cuando empezaban a crecer muy seriamente (Ver la #15Mpedia).
Tampoco he entendido nunca porque los medios de información sí pueden publicar atrocidades, guerras y sucesos luctuosos y sin embargo tratar de ocultar estos suicidios, -ese mal entendido código ético no escrito- que lejos de querer evitar el señalamiento o estigmatización de las familias afectadas, como malamente nos hicieron creer desde el nacionalcatolicismo, a quien se está tapando es a los verdaderos responsables, que los hay. + ¿No se publican día a día los casos de violencia de género, o mejor dicho machista? + ¿Acaso ahora nos importa que su difusión pueda ser un aliento a la imitación de otros degenerados? + ¿Es que el suicidio final del sapenco de Albacete (El Salobral) y su completa radiodifusión no debía de haber sido menos retrasmitida?
Como dice mi amigo Hugo M Abarca en su blog “Quien mucho abarca”. “ El problema no es el suicidio sino la desesperación que conduce a él. Y esa desesperación es común a cientos de miles de personas aunque sólo ¿unas pocas? tomen la decisión más trágica. Cuando el suicidio se convierte, como sucede ahora, en una consecuencia de una situación sociológica es noticia, y es una noticia muy relevante. Mucho más que la prima de riesgo, que la bajada o subida del IBEX, más incluso que las fronteras previsibles que vaya a tener nuestro país de aquí a unos años. Si antes era asumible el silencio sobre suicidios, hoy es ocultar una información relevante sobre el asunto que ocupa el centro de nuestra vida política: la crisis, la respuesta que el poder le da y las extremadamente trágicas consecuencias que ello tiene en nuestras vidas”.
También la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), en su comunicado “Lo llaman Crisis, pero es una estafa. Lo llaman Suicidio, pero es #GenocidioFinanciero “ difundido tras la muerte de Jose Miguel Domingo, ponen -a mi juicio- el dedo en la llaga cuando afirman: “ Quienes participamos en las distintas PAH’s de todo el estado sabemos que esto no es una excepción. Hay cientos de suicidios silenciados, y miles que lo han intentado o lo han pensado seriamente. Lo vivimos cada semana en nuestras reuniones. Cientos de miles de vidas rotas por hipotecas abusivas y una legislación perversa que condena a la gente de por vida, con una deuda perpetua y sin vivienda. Mientras, los responsables de la estafa, especialmente bancos y Gobierno, siguen impunes atentando contra los derechos fundamentales de la población”.
Hace dos meses, mi amiga y compañera Àngels, profesora de Economía de la Universidad de Barcelona, ya publicaba en su blog “Punts de vista” una interesante reflexión a propósito de los SUICIDIOS como “primera causa de muerte violenta en España superando los accidentes de tráfico”. Y es que como publicaba el correo “La crisis provoca en España el 32% de los suicidios y se convierte en su principal causa”. Según ella, y “La crisis económica española (la gran estafa de la desigualdad que yo suscribo 100%) aumenta y agrava la incidencia de las enfermedades mentales y provoca el aumento de suicidios”.
Ah, y no solo en España. Conocido es el caso de Dimitris Christoulas, el jubilado griego de 77 años, que se suicidó ante el Parlamento, situado en la plaza Sintagma de Atenas, pero es que esto ocurre en toda Europa, tal y como señala el sociólogo catalán Sergi Raventós quien va mucho más lejos al señalar a “algunos gestores políticos de la crisis como responsables del aumento de esta tasa de suicidios”.
Los 3 últimos hombres que -en tan solo 3 días- se suicidaron (o lo intentaron) al enterarse que iban a ser desahuciados (Gran Canaria, Granada y Burjasot), nos han llevado a escribir estas reflexiones, que sin duda pueden estar equivocadas (admito el debate), pero que creo necesarias expresar porque cada día tengo más claro que hay que desenmascarar a los culpables de esta crisis y hay que denunciar la doble moral que supone ayudar ilimitadamente a los bancos y permitir la evasión a los ricos, por un lado y criminalizar la pobreza, y afrentar a los desesperados suicidas, por otro. La pobreza está más relacionada con la riqueza de lo que nos queremos plantear y la desesperación de tanta gente, con la desvergüenza política y el silencio social.
Los tres casos que se citan: • Hallado muerto un hombre que iba a ser desahuciado • Un hombre se lanza al vacío cuando iba a ser desahuciado. La víctima le dio un beso a su hijo y se arrojó de un segundo piso tras llamar al timbre un miembro de la comisión judicial. • Se suicida por desahucio un joven en Las Palmas de Gran Canaria.

Frente a las evasivas de Rouco, la Iglesia progresista sí se moja contra los desahucios S.C.

El Foro ‘Curas de Madrid’ insta paralizar la ola de embargos y proponen vías como la dación en pago y alquileres sociales
El drama de los desahucios está provocando crecientes alertas y propuestas firmes desde todo tipo de sectores: judicial, político, medios de comunicación, plataformas de damnificados… Entre estas voces crecientes no figura la Iglesia, al menos la ‘oficial’ de la jerarquía, porque curas progresistas en contacto con la realidad de la calle sí acaban de difundir un comunicado explícito para abordar el problema.
Ya sea mediante informes judiciales o propuestas parlamentarias, en las últimas semanas crecen las propuestas prácticas para buscar soluciones al drama de los desahucios. La Conferencia Episcopal Española parece sin embargo más preocupada por otras cuestiones, como demostró en su última plenaria, donde expresó su “gran inquietud” por el riesgo de “desintegración unilateral de España”. La declaración final de los obispos apenas instaba a “encontrar soluciones” a los desahucios y lanzaban lo que podría ser una críptica alusión: “igual que se ha hecho con otras instituciones sociales”. ¿Aludían como “instituciones sociales” a los bancos rescatados? También la semana pasada se celebró una decepcionante, en cuanto a lo social, Asamblea de obispos en Andalucía.
Rouco echó a desahuciados de la Almudena
Pero incluso el presidente de los obispos, Rouco Varela, tuvo un serio encontronazo con embargados, como cuando este verano instó a la policía a echar a un grupo de manifestantes de este colectivo. Entonces alzó su voz el Foro Curas de Madrid, plataforma progresista dentro de la Iglesia integrado por más de un centenar de sacerdotes de la capital. Ahora este colectivo ha difundido una declaración mostrando su apoyo a la Iniciativa Legislativa Popular que promueve la regulación de la dación en pago, la paralización de los desahucios y el alquiler social.
“Aspirar a una vivienda no supone vivir por encima de nuestras posibilidades”
El Foro Curas de Madrid apunta que “aspirar a una vivienda digna no supone vivir por encima de nuestras posibilidades” y recuerda que “los datos del Banco de España revelan que sólo un 16 % de las familias más pobres han recurrido al endeudamiento; y que, cuando lo han hecho, ha sido fundamentalmente para pagar su única vivienda”. “Mientras que un 65 % de las familias más acaudaladas se ha endeudado para comprar una segunda o tercera vivienda y especular con ella”, advierten.

Los curas progresistas sí denuncian explícitamente la especulación

Y frente a la ambigüedad episcopal, el comunicado de este colectivo progresista se muestra contundente: “Son sobre todo estos sectores que, por otra parte, suelen coincidir con los accionistas de las entidades financieras, los que han vivido y siguen viviendo por encima de las posibilidades de todos. Y son los que quieren cargar, y lo están consiguiendo, ese enorme fardo de la deuda que ellos han generado sobre las espaldas de todos los ciudadanos. En la actualidad, el Estado se está endeudando, todos los ciudadanos nos estamos endeudando y perdiendo de nuestros derechos en educación, sanidad, atención a dependientes, etc. etc. para rescatar las deudas generadas por los bancos – el 83 % del deuda total del país es privada contraída sobre todo por las entidades financieras-. Mientras, ellos siguen enriqueciéndose, especulando con esa misma deuda pública y utilizando estas ayudas del Estado para acrecentar los dividendos de sus accionistas, no para facilitar el crédito a familias y empresas”.
Apoyo a la iniciativa legislativa popular por la dación en pago
Foro Curas de Madrid concluye recordando las tibias palabras del Episcopado para advertir de que “por nuestra parte consideramos que un Gobierno consciente de la cuota de responsabilidad de las entidades financieras y de las propias administraciones públicas en lo ocurrido, debería colocar el derecho a la vivienda de las personas por encima de los beneficios abusivos de la banca”. Muestran así su apoyo a la Iniciativa Legislativa Popular que pide que “se reconozca la dación en pago en la ejecución hipotecaria”, “que se paralicen los desahucios cuando se trate de la vivienda habitual y el impago del préstamo sea debido a motivos ajenos a la voluntad del hipotecado” y “que se reconozca el alquiler social. De manera que el ejecutado pueda seguir residiendo en la vivienda pagando un alquiler no superior al 30 % de sus ingresos”.

Las víctimas de la crisis, víctimas del pecado José Mª Castillo, teólogo

A estas alturas, nadie pone en duda que la crisis económica ha sido causada, en gran medida, por la corrupción moral de los responsables de la política y de la economía.
Por otra parte, hablar de corrupción es hablar de maldad. Ha sido gente corrupta, gente mala, la que ha provocado – y la que sigue provocando y manteniendo – el inmenso sufrimiento que estamos padeciendo. Sobre todo, el sufrimiento que están padeciendo las víctimas más castigadas por esta enorme desgracia que se nos ha venido encima. ¿Se puede decir, por tanto, que las “víctimas de la crisis” son, por eso mismo, “víctimas del pecado”?
Sin duda alguna, habrá mucha gente que, al leer lo que estoy escribiendo, se llevará las manos a la cabeza. ¿Se puede decir mayor disparate? La crisis depende de la economía. El pecado es asunto de la religión. ¿Podemos afirmar tranquilamente que quienes han tenido – y tienen – responsabilidades en los desastres y desgracias, que nos está ocasionando la crisis, han sido (y son) personas que viven este complejo problema, no sólo como asunto de conciencia, sino además como una “ofensa que le están haciendo a Dios”? Está por demostrar que muchos de los que han provocado (y toman decisiones que prolongan) la crisis sean “delincuentes”. ¿Vamos a tener el atrevimiento (o el desvarío) de asegurar que, además de eso, son “pecadores”? ¿Se puede, ni siquiera, insinuar que el “delito” es lo mismo que el “pecado”? Las leyes humanas nos obligan a todos los ciudadanos. Las llamadas leyes divinas obligan en conciencia a quienes crean en eso: en Dios, en la religión, en la Iglesia, en los curas….
Ahora bien, por más extraño que resulte, todo lo que acabo de decir necesita ser matizado y corregido. Empezando por lo más elemental: ¿Qué es el pecado? ¿quién comete un pecado? ¿cuándo y cómo se comete un pecado? Se suele decir que un pecado es una “ofensa a Dios”, una “desobediencia a Dios”, una “ruptura de nuestra relación con Dios”. Pues bien, si esto efectivamente es así, la consecuencia lógica que de ello se sigue es que quien no cree en Dios, por eso mismo nunca peca, es más nunca puede pecar. Pero realmente ¿se puede llegar a semejante conclusión con la seguridad de estar en lo cierto?
Las religiones han enseñado, durante siglos, que así es en efecto. El cristianismo, sin embargo, introdujo (a partir de Jesús) una variante decisiva en cuanto a nuestra manera de entender a Dios y, por tanto, también en cuanto se refiere a nuestra relación con Dios, es decir, lo que rompe esa relación y lo que la restablece. Lo que en el cristianismo se llama la “encarnación de Dios” (Jn 1, 14), entraña en sí la “humanización de Dios”. Dios, en Jesús, “se despojó de su rango” y “se hizo como uno de tantos” (Fil 2, 6-7).
Lo cual quiere decir que, en Jesús, “lo divino” se fundió con “lo humano”. De manera que es, en lo humano, donde los humanos podemos encontrar a Dios. O, por el contrario, quien se desentiende del bienestar y de la felicidad de lo humano, ése es el que rompe con Dios. El que se porta así en la vida, sepa o no sepa lo que realmente le pasa, eso es lo que hace. El comportamiento humano, en el encuentro o el des-encuentro con el otro, se trasciende a sí mismo. Y lo que realmente hace es relacionarse bien con Dios o, en caso contrario, romper su relación con Dios.
El Evangelio es muy claro en este sentido. En el famoso relato del juicio final, según san Mateo (25, 31-46), lo que decide la salvación o la perdición de cada cual no es ni su fe, ni sus observancias religiosas. Ni siquiera lo que la conciencia le dice a cada uno cuando se siente cerca o lejos de Dios. No. Jesús es tan claro como tajante: “Lo que hicisteis con uno de estos a mí me lo hicisteis”.O por el contrario: “Cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de ésos tan insignificantes dejasteis de hacerlo conmigo” (Mt 25, 40 y 45). Y para que la cosa quede patente y sin lugar a dudas, en los cuatro evangelios se insiste machaconamente en que quien “recibe”, “acoge”, “escucha” a un ser humano, aunque sea el más pequeño, a quien recibe, acoge o escucha es al mismo Jesús y, en última instancia, es a Dios (Mt 10, 40; Mc 9, 39; Mt 18, 5; Lc 9, 48; 10, 16; Jn 13, 29).
La mayor torpeza, que han cometido las religiones, ha sido explicar el pecado como una ofensa que nosotros los humanos le hacemos a Dios. Santo Tomás de Aquino tuvo la libertad y la audacia de preguntarse si nosotros los mortales podemos ofender al Trascendente. Y su respuesta fue terminante: “A Dios no le ofendemos sino en tanto en cuanto actuamos contra nuestro propio bien” (Sum. Contra Gent. III, 122). El pecado no es una mala relación con Dios, sino una mala relación consigo mismo o con los demás. Por tanto, no hay que preguntarse: ¿Cómo es mi relación con Dios?. La pregunta que todos tenemos que afrontar es mucho más simple y mucho más dura: ¿Cómo es mi relación con las personas con las que convivo?
Las víctimas de la crisis son víctimas del pecado. Son los mismos de siempre: los pobres, los trabajadores, los enfermos, los inmigrantes, los parados, los que no tienen una vivienda digna… ¿Qué dicen a esto ahora los que defienden la religión, los amigos de la Iglesia, los que siempre estuvieron alineados junto a obispos y curas porque así se defendía el bien y las buenas costumbres? Los que saben de economía y entienden a fondo de qué va la crisis están hartos de decirnos que esto se podía haber organizado de otra manera. Y, en todo caso, lo que no admite duda es que, antes que los intereses del partido y el poder de los que mandan, está el sufrimiento de las víctimas. Que no son víctimas de la crisis solamente.
Antes de eso, son víctimas de la maldad. Por más que esa maldad se sienta segura con el silencio de los obispos, con las bendiciones del papa y con las buenas relaciones que ahora se mantienen con la religión. Todo eso no es sino la más grande de las mil mentiras que nos han soltado en nuestra propia cara. Y si es que, de verdad, las cosas no se pueden hacer sino como manda el “credo” de la señora Merkel, ¿por qué no dimiten todos de unos cargos que no son sino el triunfo soñado por ellos a costa del sufrimiento de los demás?