FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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lunes, 15 de octubre de 2012

Xalbadorren heriotzean (Erramun)



DE VEZ EN CUANDO HAY QUE ESCUCHAR ESTA CANCIÓN.  ESTÁ EN EUSKARA. LA MÚSICA ES DE XABIER LETE  Y LA CANTA ERRAMUN MARTIKORENA Y EN ESPAÑOL SERÍA ASÍ:
 Era un amigo
muchas veces de buen corazón.Las alas de la poesía versos de sentimientos le cambiaban.
Cantador en las plazas, lleno de soledad.
Donde estás, en que prado, pastor de Urepel.Subiendo por las laderas de las montañas, te escapaste.
Rota la valla liberaste la canción de todas las ataduras, de las fronteras de los cuerpos, intentando ser libre
Tu ultimo aliento fue el verso mas profundo. Nunca se pueden decir verdades tapadas el grito mas fuerte...
fuerte...

Donde estás, en qué prado, pastor de Urepel, subiendo por las laderas de las montañas, te escapaste.

Mujeres en la Iglesia católica, mayoría silenciosa y silenciada

‘Si hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías’, dice una creyente
En EEUU, las reivindicaciones de las monjas las han enfrentado al Vaticano
La Iglesia católica la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos.
Hace unos días, un hombre, el español, San Juan de Ávila, y una mujer, la alemana Hildegarda de Bingen, recibían uno de los máximos honores de la Iglesia: la entrada en el selecto club de los Doctores de la Iglesia, un mundo dominado por los varones. De los 34 doctores de la Iglesia, 30 son hombres y sólo cuatro mujeres: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux, a las que se suma ahora Hildegarda.
Las cuatro con méritos sobrados. Hildegarda de Bingen, en concreto, fue toda una personalidad. Llamó ave de rapiña al arzobispo de Colonia, predicó en los mercados ante las masas entusiasmadas como antes sólo habían hecho los herejes y, siendo una octogenaria, se rebeló contra la jerarquía eclesiástica. Muchas de las cosas que hizo y escribió fueron inauditas para el siglo XII. Mantuvo correspondencia con Papas, gobernantes y obispos, con la pareja real inglesa y con mujeres que necesitaban su consejo. Desempeñó numerosos oficios a la vez: era poetisa, naturalista, farmacéutica; dirigía simultáneamente dos abadías y fue autora de uno de los intercambios epistolares más abundante de la Edad Media. Es considerada la primera naturalista y autora de temas médicos en Alemania
¿En toda la Historia de la Iglesia sólo hubo cuatro mujeres con méritos para ser declaradas doctoras? Evidentemente que no, pero la lista de los ‘Doctores’ de la Iglesia refleja a la perfección la situación de la mujer en la institución. Y eso que hay otros muchos clubes eclesiásticos todavía más exclusivos y cerrados a cal y canto a las mujeres”. Desde el cardenalato, al episcopado, pasando por el sacerdocio y todos los demás ministerios eclesiásticos. Muchos obispos hasta les prohíben subir al altar… como monaguillas.
La Iglesia católica es mayoritariamente femenina en sus cuadros; la componen un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos. Pese a ello, el gobierno eclesial, la toma de decisiones, y la visibilidad de la institución están casi exclusivamente en manos de varones. ¿Por imperativo evangélico?
El biblista Xabier Pikaza, autor de ‘El evangelio de Marcos. La buena noticia de Jesús’ (Editorial Verbo Divino), tras investigar a fondo el tema en su denso volumen, concluye que “Jesús no quiso algo especial para las mujeres. Quiso, para ellas, lo mismo que para los varones. Como entendió bien San Pablo en Gal 3, 28: ‘Ya no hay hombre ni mujer…’. La singularidad de la visión de Jesús sobre las mujeres es la ‘falta de singularidad’. No buscó un lugar especial para ellas, sino el mismo lugar de todos, es decir, el de los ‘hijos de Dios’”.
Pero pronto llega la traición al Evangelio de Jesús. “Al convertirse en institución de poder religioso y social, dejando de ser un movimiento mesiánico de liberación, la Iglesia tuvo que aceptar las estructuras normales del poder, que había estado (y estaba) en manos de varones. Lógicamente, los varones justificaron después esa situación (esa dominación patriarcal) con pseudo-argumentos religiosos, que van en contra del espíritu de Jesús”.
‘Un escándalo y un pecado’
Y así desde entonces. Las mujeres son mayoría en la iglesia católica aunque se trate de una mayoría silenciada. Una situación, que, como dice Pikaza “es un pecado contra el Espíritu de Cristo (contra su inspiración básica, de tipo mesiánico) y contra los signos de los tiempos, que van en línea de igualdad entre varones y mujeres”.
Una marginación que duele especialmente a las mujeres. “Me duele la situación actual de la mujer en la Iglesia o, más que dolerme, estoy cansada”, explica la teóloga Dolores Aleixandre. Y añade: “Tengo la impresión de que llevamos con el mismo discurso demasiado tiempo. Muy anclado, por una parte y por otra, en sus respectivas posturas. Hay un temor en la Conferencia Episcopal, como si cualquier mujer que defiende sus derechos estuviera reclamando la ordenación. Y no se trata de eso, sino de que el Evangelio empuja de abajo a arriba, porque habla de una comunidad circular en la que alguien tiene la presidencia, pero en la que todos somos hermanos y hermanas. Me pregunto por qué tenemos tanto miedo al sueño circular y fraterno de Jesús y creo que tenemos mucha confusión entre autoridad y poder”.
Otra teóloga, María José Arana, vieja luchadora por la igualdad de la mujer, explica: “Las mujeres han permanecido en la Iglesia como las grandes ausentes, una ausencia que perdura hasta nuestros días. Evidentemente la ausencia de las mujeres empobrece enormemente a la Iglesia en múltiples aspectos y en sí misma; pero además pierde credibilidad ante el mundo que va despertando rápidamente en estos aspectos y ante los cuales la Iglesia, Luz de las Gentes como se llamó a sí misma en el Concilio, debería brillar con su ejemplo y alumbrar caminos nuevos.
Entre otras cosas, para hacer justicia también histórica a su papel. Lo dice así la también teóloga española Felisa Elizondo: “Las mujeres en la Iglesia reclaman otro reconocimiento y otra confianza. Que eso de traduzca en lo que tenga que irse traduciendo. Pero desde luego hace falta rescatar la aportación de las mujeres a la experiencia cristiana, textos, afirmaciones… No ya de santas conocidas, sino de mujeres cristianas que han aportado cosas espléndidas. Eso es hacer justicia en la historia”.
Una revolución femenina en ciernes
Durante siglos, la mujer aguantó, pero, ahora, parece dispuesta a conquistar espacio de libertad también en la Iglesia. Los ejemplos de luchadoras por el cambio de la institución se multiplican. ‘Dones en l’Esglesia’ son un grupo de mujeres profundamente católicas, pero que se sienten “absolutamente discriminadas” en la Iglesia a la que pertenecen. Una Iglesia jerárquica que “sólo se visibiliza con cara de varón”.
Por eso, el colectivo catalán pide una solución urgente. “Tenemos derecho a reclamar, y reclamamos, la paridad en la Iglesia”, dicen en los múltiples manifiestos que vienen lanzando desde hace años.
Y lo piden tanto por razones instrumentales como teológicas. En cuanto a las primeras, el colectivo asegura que la mayoría de las monjas son mujeres. También son mujeres las que atienden todos los servicios de las parroquias e incluso, “la mayor parte de las personas que asisten a los actos religiosos”. De ahí que, como dice Dolors Figueras, una de las dirigentes del grupo, “si las mujeres hiciésemos huelga, las iglesias se quedarían casi vacías del todo”. Pero, aunque son aplastante mayoría, no cuentan con representación alguna en la jerarquía.
“El Papa, los cardenales, obispos, presbíteros y todos los que tienen responsabilidades de dirección en la Iglesia son varones”, denuncian. Y eso, según el colectivo de mujeres católicas, atenta contra los derechos humanos y contra el Evangelio. “La Iglesia no respeta en su interior esos derechos humanos que tanto proclama para los demás. Ha llegado la hora de decir basta a este atropello. No admitimos que se nos siga discriminando por razón de género”, explica Dolors.
Una situación que hasta las avergüenza. “Me da pena, porque nuestra Iglesia está haciendo el ridículo. Debe ser ya la única institución del mundo, al menos en el ámbito occidental, que sigue marginando a las mujeres”. Y eso que hay muchos creyentes, sacerdotes e incluso algunos obispos que apoyan su causa. Eso sí, estos últimos son los menos. Y Dolors cita, por ejemplo, a monseñor Casaldáliga, el obispo de los pobres brasileños, y a monseñor Godayol, un prelado catalán que trabajó toda su vida en Latinoamérica y, ahora, vive jubilado en Cataluña.
El colectivo ‘Dones en l’Església’ está integrado, cuenta Figueras, por unas 500 mujeres, que llevan más de 20 años reivindicando un sitio al sol en la Iglesia. Entre ellas, hay varias teólogas, como Mari Pau Trayner, Mercedes Navarro o María Antonia Sabaté, que imparten clases de teología feminista en la universidad.

El paso adelante de las monjas de EEUU
La “rebelión eclesial femenina” se extiende. Unas veces de manera silenciosa. Y otras, con abierta y clara confrontación. “Es posible”, dice Xabier Pikaza, “que ya se esté dando la gran rebelión y no nos demos cuenta. Hay un tipo de Iglesia que puede quedar vacía (seca), mientras están surgiendo ya formas de vida que responden mejor al Evangelio. El proceso resulta, a mi juicio, imparable”. Y el prestigioso teólogo vasco cita un ejemplo concreto: “Pienso que en esa línea es importante el movimiento de religiosas de los Estados Unidos”.
Las monjas de Estados Unidos llevan años en el ojo del huracán de la Curia vaticana. Pero resisten. El pasado mes de agosto celebraron su convención anual. Se reunieron en San Luis unas 1.000 religiosas en representación de las 87.000 compañeras que hay en EEUU. Y allí pidieron “una Iglesia más sana, comprometida, encarnada y samaritana”.
No discuten dogmas ni principios básicos doctrinales. Sólo piden que el gobierno de la Iglesia sea, como ya exigió el Concilio, más corresponsable; piden “una Iglesia que no discrimine a la mujer y que, por lo tanto, le permita el acceso al sacerdocio”. Piden que la Iglesia, en el campo de la moral sexual, reconozca en teoría lo que el pueblo de Dios viene haciendo en la práctica desde hace muchos años: el control de la natalidad, por ejemplo. No cuestionan dogmas, luchan por “una Iglesia sin poder ni privilegios, al servicio de los más pobres, esperanza de los desvalidos, con entrañas de misericordia. Una Iglesia libre, que viva, luche y sufra con el pueblo”.
Y para defender su visión eclesial (la aprobada por la Iglesia en el Vaticano II), las monjas estadounidenses ofrecen vida entregada, pasión por el Evangelio, misericordia y diálogo serio, profundo y honesto con la jerarquía. No son exaltadas. Ni radicales. Son monjas que aman a Dios y a la Iglesia. Y luchan para que su forma de ser Iglesia tenga carta de naturaleza en la institución.
Y lo reivindican: “En la vida civil, la mujeres lucharon y, al fin, consiguieron sus derechos, hoy reconocidos. ¡Qué pena que en la Iglesia de Jesús todavía no se nos reconozcan! Nuestra discriminación hace tanto daño… Algún día, no muy lejano, los jerarcas de nuestra Iglesia tendrán que pedir perdón por ello”. ¿Será ya demasiado tarde?

Los obispos catalanes apoyarán la independencia

El prelado auxiliar de Barcelona, Sebastià Taltavull, sostiene que la doctrina social de la Iglesia reconoce ese derecho a los pueblos
La división del catolicismo español alcanza ya a las jerarquías, esta vez a propósito del concepto de Nación y a la idea de España como bien moral que hay que preservar. Los obispos catalanes sostienen de nuevo que no es doctrina que deba seguirse sin más. Lo subrayó esta mañana Sebastià Taltavull, prelado auxiliar del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, que se encuentra en Roma asistiendo al Sínodo de los Obispos Europeos. Según Taltavull, la iglesia catalana “estaría al lado del pueblo catalán” si opta por la independencia de España”.
Lo dijo en declaraciones a la emisora Catalunya Radio, antes de precisar que ese apoyo a la independencia se producirá siempre que el proceso sea democrático y pacífico. Taltavull remachó su argumentación afirmando que la doctrina social de la Iglesia reconoce el derecho de los pueblos a la independencia
Hace apenas diez días, la Conferencia Episcopal Española (CEE) dijo todo lo contrario, es decir, que España no está en el evangelio, pero casi. Esta fue la posición doctrinal de la CEE: “Ninguno de los pueblos o regiones que forman parte del Estado español podría entenderse, tal y como es hoy, si no hubiera formado parte de la larga historia de unidad cultural y política de esa antigua nación que es España. Propuestas políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud”. Fue la Comisión Permanente de la CEE quien hizo esa proclamación, en forma de una llamada “Declaración” sin votos en contra.
La CEE admitió el pasado día cuatro “en principio” la legitimidad de las posturas nacionalistas si son “verdaderamente cuidadosas del bien común”, y exhortó “encarecidamente” al diálogo, pero con este objetivo: “Se debe preservar el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad de los pueblos de España”.
La Comisión Permanente episcopal se había reunido para despachar asuntos de trámite y ultimar el orden del día de la próxima asamblea plenaria de la CEE, el próximo noviembre, pero se vio forzada a esa declaración por las propuestas independentistas que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, había anunciado una semana antes.
Pese a que en la Permanente del episcopado español se sientan cuatro prelados catalanes (el cardenal de Barcelona, el arzobispo de Tarragona y dos obispos diocesanos), el órdago doctrinal de la CEE contra el independentismo no tuvo eco alguno entre ellos. En apenas una semana, eran todos los prelados catalanes los que desdecían a sus colegas nacionales, nada menos que mediante una llamada “Nota” aprobada por unanimidad en sesión de la Conferencia Episcopal Tarraconense con la disculpa de la convocatoria de elecciones en esa comunidad.
Después de renovar su “compromiso de servicio”, los tarraconenses subrayan “la defensa de los derechos de las personas y de los pueblos, y el respeto a las minorías, como base irrenunciable de cualquier construcción política”. Añaden: “En un régimen democrático, cada ciudadano debe poder manifestar las propias convicciones y hacer camino con los otros”
No es la primera vez que los obispos españoles abordan el asunto del nacionalismo, pero esta vez lo hacían convencidos de que algunos sectores aprovechan la crisis y el malestar social para alimentar procesos de desunión “a costa del interés general”. La manera de hacer la advertencia fue poniendo de nuevo sobre la mesa, como anexo de una “declaración” sobre la crisis de ahora, la Instrucción pastoral Orientaciones morales ante la situación actual de España , de 2006, en la que los salían al paso del Plan Ibarretxe y de las declaraciones del ex presidente del Gobierno, José Rodríguez Zapatero, sobre que el termino Nación era discutido y discutible. Fue el entonces cardenal primado de Toledo, Antonio Cañizares, hoy ministro de Culto del papa Benedicto XVI, quien afirmó en esa ocasión que la unidad de España “es un bien moral de obligada protección”.
Entonces, el documento episcopal era una instrucción, es decir, doctrina de la Iglesia católica española. Esta vez se rebajó el tema a una “Declaración”. De 21 miembros de la Comisión Permanente (entre ellos, todos los cardenales y arzobispos), cuatro se abstuvieron. Cuatro son los obispos catalanes que forman parte de ese órgano.
Esta mañana se suscitó la duda de si las palabras de Taltavull (Ciutadella de Menorca. 1948), lo eran a título personal, o si reflejaban la posición doctrinal de sus colegas catalanes. No hay duda. Tartavull habla en nombre de todos. Así se refleja en sus declaraciones. Un obispo auxiliar no acude a un medio de comunicación sin saberlo su superior, en este caso el cardenal Sistach.
Menorquín y relativamente joven (64 años) para lo que se lleva en el episcopado español, Taltavull, que es obispo desde marzo de 2009, desarrolló su carrera eclesiástica en Menorca, con relevantes cargos desde muy temprano, entre otros el de vicario general desde 1989. También ha sido profesor de Teología dogmática y rector del Seminario Diocesano. Es decir, no es un lego en la materia que sus colegas españoles llaman doctrina. Destaca, sin embargo, la claridad de su comprensión del independentismo como derecho de los pueblos, acostumbrados a las melifluas afirmaciones de sus compañeros sobre ese u otros asuntos comprometidos.

Apoyo a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca

Según datos de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, estamos asistiendo a un verdadero drama social. Cada día se ejecutan en España 566 desahucios –contando sólo los de hipotecas- que afectan en un 82% de los casos a familias con menores a su cargo y carentes de otra vivienda alternativa. La hipoteca media a la que se enfrentan oscila entre los 100.000 y 200.000 euros (cfr. Público.es de 02/06/2012). Este drama, que clama al cielo, se está desarrollando precisamente en un país donde, según el Instituto Nacional de Estadística, hay 5,6 millones de viviendas vacías, lo que representa un 20% del parque inmobiliario.
El engaño y la usura de las entidades financieras, promotoras y constructoras, unido a la falta de control y corrupción por parte de las administraciones públicas, han sido los principales causantes de este desatino. El estancamiento de los salarios, la multiplicación de los ERE y el vertiginoso incremento del desempleo (entre 2000 y 2007 se incrementó en 106% el m2 del suelo, mientras que el salario lo hizo solo en un 8%) ha empujado a la clase media y al sector inmigrante a endeudarse con hipotecas de hasta 40 años.
Los desalojos están quebrando el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, suscrito por España el 16 de diciembre de 1966 y que entró en vigor el 3 de enero de 1976 (cfr. art. 11.1). Por su parte, la Constitución española de 1978, en su artículo 47, dice expresamente: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.
Redes Cristianas reconoce que la vivienda, además de un derecho constitucional, es un bien de primera necesidad con el que no se puede especular impunemente. Defendemos que este tipo de deudas generadas por la usura, el engaño y la especulación éticamente no se deben pagar y apoyamos la acción que está llevando a cabo la Plataforma de Afectados por la Hipoteca recabando firmas para presentar en el Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular para exigir una “Proposición de Ley que regule la dación en pago, la paralización de los desahucios y el alquiler social”.
Invitamos a todas las personas a apoyar esta noble campaña que finaliza el 31 de octubre y a la que solo le faltan 80.000 firmas.

TIEMPOS DE CRISIS, TIEMPOS MESIÁNICOS



ecleSALia 15 de octubre de 2012
"PREMIO ALANDAR 2011"

ROMÁN DÍAZ AYALA, romandiazayala@gmail.com
HUMANES (MADRID).

ECLESALIA, 15/10/12.- “El Reparador de la salvación humana, Jesucristo, quien, antes de subir a los cielos, ordenó a sus Apóstoles predicar el Evangelio a todas las gentes, les hizo también, como apoyo y garantía de su misión, la consoladora promesa: Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28,20). Esta gozosa presencia de Cristo, viva y operante en todo tiempo en la Iglesia santa, se ha advertido sobre todo en los períodos más agitados de la humanidad (…) Confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16,33)”
Con estas palabras el querido y llorado papa Juan XXIII anunciaba al mundo, que quedaba oficialmente convocado el Concilio Vaticano II, un 25 de diciembre de 1961. A esta Constitución Apostólica se había llegado cuando dos años antes, el 25 de enero de 1959, dio a conocer a los cardenales de Roma su propósito de convocación y entonces se pusieron en marcha los períodos ante preparatorio (1959-1960) y preparatorio (iniciado el 5 de junio de 1960)
En estos días (11 de octubre de 1962) se cumplen cincuenta años de la Apertura del Concilio, y con esa sencillez y claridad de espíritu nos decía en el documento que analizamos, la Constitución de convocatoria del Concilio, que esperaba de las deliberaciones su influjo que “llegará a iluminar con su luz cristiana y penetrar de fervorosa energía espiritual no sólo lo íntimo de las almas, sino también el conjunto de las actividades humanas”.
El Papa Angelo Roncalli sabía de qué estaba hablando. Conoció de primera mano la tragedia de la primera guerra mundial y perteneció a la generación testigo del período de entreguerras con su colofón de la Conflagración final, los holocaustos, más Hiroshima, Nagasaki… La división del mundo en dos bloques, la Guerra Fría, la Guerra de Corea, y cuando “el primer anuncio hecho por Nos el 25 de enero de 1959, fue como la menuda semilla que echamos en tierra con ánimo y mano trémula”, entonces había triunfado una Revolución en Latino-américa, un régimen en Cuba que se pasó al bloque socialista, y que encendió la llama de la insurrección en el continente. Luego vendrían las dictaduras militares.
La Segunda Guerra dejó un mundo convulso que parecía dominado por la técnica y la economía y que recrudecía nuevas formas de colonialismo en los países que se independizaban políticamente. Sus dos encíclicas, Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963) daban la clave para que entendiéramos el reto del Concilio y sobre qué energía espiritual hablaba que emanando del Concilio iluminase y penetrase “el conjunto de las actividades humanas”. “La Iglesia no tiene una finalidad primordialmente terrena, no puede, sin embargo, desinteresarse en su camino de los problemas relativos a las cosas temporales ni de las dificultades que de éstas surgen”.
No se trata de un interés meramente intelectual y ajeno a la vida propia. Ya se encarga de explicitarlo más: “Ella (la Iglesia) sabe cuánto ayudan y defienden al bien del alma aquellos medios que contribuyen a hacer más humana la vida de los hombres, cuya salvación eterna hay que procurar”.
Entendía Juan XXIII la presencia de la Iglesia, “de hecho o de derecho”, en las instituciones y en la elaboración de una doctrina social. El Concilio luego promulgó que la Iglesia era todo el Conjunto del Pueblo de Dios donde los fieles todos tenían su protagonismo y una función plena. Fue iniciativa del papa que tuviéramos una plena comprensión de la Iglesia como el conjunto de quienes somos la fiel “imagen divina que le imprimiera en su rostro el divino Esposo, que la ama y protege, Cristo Jesús”. Nos pidió los esfuerzos necesarios para la unidad llamando a los no católicos romanos “hermanos separados”.
Y, por último quiero mencionar que a la pregunta de para qué sirve el Concilio, el papa Juan nos decía: “juzgamos que formaba parte de nuestro deber apostólico el llamar la atención a todos nuestros hijos para que, con su colaboración a la Iglesia, se capacite ésta cada vez más para solucionar los problemas del hombre contemporáneo”. Entendía el papa que debía obedecer a “una voz íntima de nuestro espíritu, hemos juzgado que los tiempos estaban ya maduros para ofrecer a la Iglesia católica y al mundo el nuevo don de un Concilio Ecuménico” (…) “para incrementar en el espíritu de los fieles la gracia de Dios y el progreso del cristianismo”.
Más abajo todavía, y para seguir respondiendo a la pregunta de para qué sirve el Concilio, nos dice que en aquel momento “la Iglesia anhela fortalecer su fe y mirarse una vez más en el espectáculo maravilloso de su unidad; siente también con creciente urgencia el deber de dar mayor eficacia a su sana vitalidad y de promover la santificación de sus miembros, así como el de aumentar la difusión de la verdad revelada y la consolidación de sus instituciones”.
Hubo muchas resistencias, todas venían de dentro de la Jerarquía y de la Curia Romana. Los obispos estadounidenses vivían un poco ajenos a los problemas más acuciantes, porque el liderazgo de todo orden ejercido por su Gobierno impedía ver las raíces de los conflictos que sacudían al mundo y porque la iglesia americana gozaba de un gran prestigio ascendente y el reconocimiento social de amplios sectores. No en balde por primera vez en su historia elegían a un católico para la Presidencia de la Nación en 1960, católico y de ascendencia irlandesa, un descendiente de inmigrantes.
Los obispos de todo el mundo, incluido los estadounidenses tuvieron su conversión del Camino de Damasco en cuanto el Concilio comenzó su andadura.
Los españoles tenían otros problemas. Salieron del Concilio divididos formando parte de los dos sectores, los aperturistas y renovadores y algunos que se refugiaron en una postura muy conservadora que sólo admitía los aspectos formales de la Reforma. Nuestros problemas interiores prevalecieron y el “progreso cristiano” que nos pidió Juan XXIII sólo se realizó a medias.
Seguimos en tiempos mesiánicos. El querido papa Juan nos dio la clave y debo citarle de nuevo: “acogiendo como venida de lo alto una voz íntima de nuestro espíritu”.
Hermanos queridos, ante la crisis sigamos la voz íntima que viene de lo alto y observemos los signos de los tiempos. Lo dijo él. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).