FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA
SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA
ESTAMOS EN LARREA,4 - 48901 BARAKALDO

BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

ATALAYA
ATALAYA

viernes, 21 de septiembre de 2012

JOSÉ ANTONIO PAGOLA 23-09-2012

 
¿DE QUÉ DISCUTIMOS  NOSOTROS? 

Según el relato de Marcos, hasta por tres veces insiste Jesús, camino de Jerusalén, en el destino que le espera. Su entrega al proyecto de Dios no terminará en el éxito triunfal que imaginan sus discípulos. Al final habrá «resurrección», pero, aunque parezca increíble, Jesús «será crucificado». Sus seguidores lo deben saber.
Los discípulos no le entienden. Les da miedo hasta preguntarle. Ellos siguen pensando que Jesús les aportará gloria, poder y prestigio. No piensan en otra cosa. Al llegar a su casa de Cafarnaúm, Jesús les hace una sola pregunta: «¿De qué discutíais por el camino?», ¿de qué han hablado a sus espaldas en esa conversación en la que Jesús ha estado ausente?
Los discípulos guardan silencio. Les da vergüenza decirle la verdad. Mientras Jesús les habla de entrega y fidelidad, ellos están pensando en quién será el más importante. No creen en la igualdad y la fraternidad que busca Jesús. En realidad, lo que les mueve es la ambición y la vanidad: ser superiores a los demás.
De espaldas a Jesús y sin que su Espíritu esté muy presente, ¿no seguimos discutiendo de cosas parecidas?: ¿tiene que renunciar la Iglesia a privilegios multiseculares o ha de buscar «poder social»?, ¿a qué congregaciones y movimientos hay que dar importancia y cuáles hay que dejar de lado?, ¿qué teólogos merecen el honor de ser considerados «ortodoxos» y quiénes han de ser silenciados como marginales?, ¿sólo los varones han de acceder al rango del sacerdocio o también las mujeres?
Ante el silencio de sus discípulos, Jesús se sienta y los llama. Tiene gran interés en ser escuchado. Lo que va a decir no debe ser olvidado: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (LEER EL EVANGELIO). En su movimiento no hay que mirar tanto a los que ocupan los primeros puestos y tienen nombre, títulos y honores. Importantes son los que, sin pensar mucho en su nombre, prestigio o tranquilidad personal, se dedican sin ambiciones y con total libertad a servir, colaborar y contribuir al proyecto de Jesús. No lo hemos de olvidar: lo importante no es quedar bien sino hacer el bien.
 

El que acoge a un niño... Mc 9, 30-37

Hay quienes afirman que la tragedia más grave de la sociedad contemporánea es la crisis de la relación educativa. Los padres cuidan a sus hijos y los maestros enseñan a sus alumnos, pero en no pocos hogares y colegios se ha perdido «el espíritu de la educación».

Y, sin embargo, si una sociedad no sabe educar a las nuevas generaciones no conseguirá ser más humana, por muchos que sean sus avances tecnológicos y sus logros económicos. Para el crecimiento humano, los educadores son más importantes y decisivos que los políticos, los técnicos o los economistas.

Educar no es instruir, adoctrinar, mandar, obligar, imponer o manipular. Educar es el arte de acercarse al niño, con respeto y amor, para ayudarle a que se despliegue en él una vida verdaderamente humana.

La educación está siempre al servicio de la vida. Verdadero educador es el que sabe despertar toda la riqueza y las posibilidades que hay en el niño. El que sabe estimular y hacer crecer en él, no sólo sus aptitudes físicas y mentales, también lo mejor de su mundo interior y el sentido gozoso y responsable de la vida. La célebre educadora M Danielou decía que «el niño más humilde tiene derecho a una cierta iniciación a la vida interior y a la reflexión personal».

Cuando en las instituciones educativas se ahoga «el gusto por la vida», y los enseñantes se limitan a transmitir de manera disciplinada el conjunto de materias que a cada uno se le han asignado (asignaturas), allí se pierde «el espíritu de la educación».

Por otra parte, la relación educativa exige verdad. Se equivocan los educadores que para ganarse el respeto y la admiración de sus alumnos se presentan como dioses. Lo que los niños necesitan es encontrarse con personas reales, sencillas, cercanas y profundamente buenas.

Asimismo, el verdadero educador respeta al niño, no lo humilla, no destruye su autoestima. Una de las maneras más sencillas y nefastas de bloquear su crecimiento es repetirle constantemente: «no hay quien te aguante», «eres un desastre», «serás un desgraciado el día de mañana».

En la relación educativa hay además un clima de alegría, pues la alegría es siempre «signo de creación» y, por ello, uno de los principales estímulos del acto educativo. Así escribía Simone Weil: «La inteligencia no puede ser estimulada sino por la alegría. Para que haya deseo tiene que haber placer y alegría. La alegría de aprender es tan necesaria para los estudios como la respiración para los corredores».

Hace unos días se han abierto los colegios y centros de enseñanza. Miles de niños han vuelto de nuevo a sus maestros y enseñantes. ¿Quién tendrá la suerte de encontrarse con un verdadero educador o educadora? ¿Quién los acogerá con el respeto y la solicitud de aquél que un día en Cafarnaum abrazó a uno de ellos diciendo: 
«Quien acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí?»

Juan Carlos, ¿por qué no te callas?

Juan Carlos quiere poner paz y orden. Su paz y su orden. Ayer lo dejó claro. Con su misiva señalaba que en momentos de crisis hay que interiorizar dos cuestiones fundamentales “que sólo superaremos las dificultades actuales unidos” y “que desde la unión y la concordia hemos de recuperar los valores de la Transición”. Ni lo uno ni lo otro.
¿Unidos con quién? Ya que o se impone el interés de la minoría –como viene sucediendo– o triunfa la voluntad de la mayoría. Aquí no hay medias tintas. No vamos todos en el mismo barco. El capital económico y financiero quiere aprovechar la crisis para reorganizar la sociedad en función de sus intereses particulares. Salir reforzado de la crisis, con menos derechos sociales, laborales y democráticos. Y así lo vemos día tras día, recorte tras recorte. Nos quieren hacer pagar el coste de una crisis que no hemos creado. Su crisis no es la nuestra. Sus recetas anticrisis no son las nuestras y no nos benefician, aunque nos quieran hacer creer lo contrario. Superar las ”dificultades actuales” sólo será posible si la voluntad del 99% prevalece por encima de los intereses particulares del 1%, de la elite financiera y los políticos a su servicio. Unidos sí, pero los de abajo contra los de arriba.
¿Remar juntos? No se “rema juntos” a la fuerza, bajo la imposición de una Constitución que niega el derecho a la autodeterminación de los pueblos. El monarca decía en su carta que “nuestro modelo de convivencia” está amenazado. Pero quiénes lo amenazan son aquellos que niegan la libertad de los pueblos a decidir su futuro. Un “modelo de convivencia” sin derecho a decidir no es convivencia ni es nada. Y las aspiraciones de soberanía no son una “quimera”, como decía en su misiva, son un derecho legítimo. Lo que es una “quimera” es pensar que la gente se quedará en casa con la que está cayendo y que el pueblo catalán permanecerá de brazos cruzados cuando se le niega su soberanía. Aquí quién persigue una “quimera” es el rey.
Y, ¿qué valores recuperar? No es en los “valores de la Transición” donde hay que buscar la inspiración para afrontar el presente, sino en los de la lucha del antifranquismo y de la resistencia contra todos los falsos consensos que nos impusieron desde la propia Transición. El régimen actual atraviesa sus peores momentos. El edificio construido en 1978 tiene profundas grietas. Y no hay que taparlas sino ahondarlas. Cuando el mito de la “inmaculada Transición” se desmorona su invocación por parte del rey suena entre tragicómica y esperpéntica. El intento desesperado por salvar un buque antes del naufragio.
Dicen que los elefantes, a quienes el monarca trata con poco cariño, tienen muy buena memoria. La Transición impuso el olvido y la desmemoria. Tal vez tendríamos que aprender de los elefantes y recuperar la memoria y luchar contra aquellos que, imponiendo la Ley del más fuerte, acaban con nuestras vidas y niegan nuestros derechos sociales y nacionales.
Nos pedía el rey recuperar los valores de: “el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general”. No parece que la Corona sea un ejemplo de dichos valores. Tampoco la elite financiera que se basa en la competencia, el beneficio a corto plazo, la especulación, el enriquecimiento fácil… a costa de todo y de todos.
”Los valores de una sociedad sana y viva” a los que alude no son ni los de la Transición, ni los de la Constitución, ni los de la Monarquía, ni los del Capital son los que emanan de las luchas sociales, de la marea indignada nacida el 15M, de las movilizaciones contra los recortes y, mal que le pese al rey, de la manifestación del pasado 11 de septiembre en Catalunya cuyo mensaje no arroja dudas sobre la voluntad del pueblo catalán y su opinión sobre el régimen de la Transición y sus “valores”.
Hace unos años el rey mostraba su fe en el “consenso” haciendo callar autoritariamente a Hugo Chávez. Ahora nos toca entre todos hacerlo callar a él.
*Artículo publicado en Público, 19/09/2012.