FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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SAN JUAN BOSCO (Pinchar imagen)

COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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BIENVENIDO AL BLOG DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE SALESIANOS BARAKALDO

ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS Y ALUMNAS DEL COLEGIO SAN PAULINO DE NOLA
ESTE BLOG TE INVITA A LEER TEMAS DE ACTUALIDAD Y DE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA Y OPINIONES.




ATALAYA

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martes, 8 de mayo de 2012

RESISTIRÉ - MAREA VERDE GREATEST HITS


Por si os ayuda, una sonrisa: los compañeros del IES Matías Bravo de
Valdemoro, donde han expedientado al director (que fue premio a la
excelencia europea 2008) siguen en su activismo y han derrochado su
desparpajo y buen humor en este vídeo. 
(REDES CRISTIANAS)







El govern espanyol aprova una amnistía fiscal (Polònia 7x26)

¿ADÓNDE TE ESCONDISTE, AMADO…?


MARÍA TERESA SÁNCHEZ CARMONA, Doctoranda en Ciencias de las Religiones (UCM), teresa_sc@hotmail.com
SEVILLA.
ECLESALIA, 07/05/12.-  ¡He pasado tantos años de mi vida buscando a Dios! Me he dedicado al estudio, a leer libros y textos con el afán de aprender su manera de hablar y actuar en el mundo. He querido conocer su manera de revelarse a los hombres para saber qué esperar de él, para verle llegar en la lejanía y prepararme a acogerle como al hijo que regresa a casa. He querido anticiparme para que me encontrase como yo consideraba que debía encontrarme; adivinar sus intenciones para asumir la actitud que convenía a lo que yo imaginaba que iba a esperar de mí. Lo que yo creía que él querría. Lo que a mí me hubiese gustado ser para él (acaso ante mí misma): revestida de esplendentes valores y virtudes, ocultando con pudor mi verdad desnuda, afanada en ser diferente de quien sencillamente era.
¡Pasé tantos años buscando a Dios! Leí y leí sin llegar a comprender quién era él (acaso porque tampoco hubiera sabido decir quién era yo misma); sin descubrir en qué momento exacto aparecería impetuoso como la tormenta, atronador como el rayo, a revelarme “su” voluntad definitiva sobre mi vida. Y yo, temerosa de emplear mal los talentos que me había dado, de malgastarlos en algo que no fuese “la gran misión para la que me llamaba”, decidí esconderlos bajo la piel y la tierra. Y sucedió que ese Dios que yo esperaba nunca vino. Jamás descendió sobre mí una lengua de fuego, ni escuché un sonido de trompetas rasgando el cielo; jamás un milagro que perturbase la rutina de amaneceres radiantes, el sosegado brillo del cielo estrellado, el cromatismo infinito de la tierra. Jamás el milagro de una zarza ardiendo, de un fuego invasivo… tan sólo el soplo delicado de los años, pasando como una brisa en mitad del desierto.
Decidí entonces emprender la marcha para preguntar a los hombres dónde se hallaba ese Dios escondido. Quise hallarle en el camino, pero sólo encontré personas: personas que salieron a mi encuentro sin que yo lo hubiese previsto; personas a las que amé, y que en ocasiones además también me amaron; personas que me amaron sin yo corresponderles o enterarme siquiera; personas que me descubrieron la fuente de amor oculto en mi pecho; que acariciaron mi corazón con ternura infinita hasta hacerlo de carne; que lo desnudaron de máscaras y pudores para contemplarlo de frente. Vulnerable y expuesta, quedé en ocasiones doliente y temblando en mitad del camino. Algunos pasaron a mi lado con presteza sin alterar el ritmo de su marcha; otros vinieron de improviso y se detuvieron a curarme las heridas con el bálsamo de su presencia; unos pocos cargaron con mi corazón y lo llevaron consigo hasta verlo repuesto; y me dieron un nombre nuevo al pronunciar mi nombre como nunca nadie antes había hecho.
Una y otra vez seguí buscando al Dios de mi vida, y me propuse querer a todas esas personas para demostrarle a Dios cuánto le amaba. Sucedió más bien que me fui enamorando de esas personas, y que fue su amor el que me hizo experimentar la presencia de un Amor más grande, siempre desbordado. Cada uno me fue seduciendo con un lenguaje propio, y vi que aquello era bueno porque podría aprender la mejor manera de amar al Esposo cuando viniese. Y abandoné el miedo a acoger lo inesperado y ofrendarme sin saber muy bien para qué ni cómo: abrí mi corazón a cuanto viniese sin reprimir ni rechazar nada, ya que acaso todo podía derivar en sorpresa y enseñanza. Y empecé a mirar a las personas tal y como eran: comencé por sus sonrisas y sus miradas, por sus pies y sus manos, por su pecho desnudo y su espalda cansada. Su piel tan fina me habló de su tristeza y sus miedos, de sus anhelos y del frío, de llanto y soledad, de lucha y aliento. Y como Dios no aparecía seguí compartiendo el día a día con ellos: mi pan y mi cuerpo, mi amor redescubierto, el suyo siempre sorpresivo, la senda y el tiempo.
Nunca vi al Dios que esperaba y me dije a mí misma que era por falta de fe. La vida mientras, con fe o sin ella, me fue colmando el vacío de amaneceres y de ocasos, de amistad y soledad sonora, de montañas colosales y finos granos de arena, de ascensos y desalientos, de solidaridad, dolor y sueños; de niños aprendiendo a dar sus primeros pasos, y ancianos saboreando la fruta madura del tiempo. Nunca llegó ese Dios para agarrarme de la muñeca y sacarme de mis infiernos, pero aparecieron personas que apretaron mi mano y me infundieron de nuevo el aliento de vida. Nunca pude mostrarme ante Dios como había querido hacerlo, pero ¡cuántas veces me sorprendió el Amor, encontrándome desprevenida! Me sedujo cada vez como la primera, sin llegar yo nunca a reconocerlo. Me fue enseñando tantas cosas, el Amor, con acentos y caricias siempre nuevos. Lo negué tantas veces, al Amor, por miedo a quemarme y derrochar las fuerzas que reservaba a un querer más sublime. Y permaneció conmigo, el Amor, tantas noches sin luna mientras yo sólo atendía la llegada del alba. Y vino tantas veces a mi encuentro, el Amor, mientras yo proseguía en la espera…
Y al atardecer de la vida, nublada la vista por el velo de los años, sin poder contemplar el horizonte donde tanto había ansiado vislumbrar esa presencia divina, volví mis ojos a los recuerdos que guardaba como un tesoro. Y acariciando la huella que cada rostro había impreso en mi corazón como en un paño, pude al fin reconocerle: “¿acaso no ardía mi corazón en cada etapa del camino?”. Entonces supe, y gusté y saboreé que todo cuanto había pasado era Dios mismo; que todo ese amor partido y compartido, tantas veces muerto y resucitado, era eso que otros llamaban Dios y yo entendía como vida, armonía y energía. Entonces supe del Dios al que no había podido mirar de frente en una imagen unívoca, porque se expresaba en todos los ojos, todas las manos, todas las personas que habían llegado hasta mí como olas de un mismo mar cadencioso. Y en ese vaivén de olas me pareció escuchar al fin un susurro quedo, acompasado a la música que desde siempre había resonado en mi interior con cada latido: “¿me amas?”. Y yo, desnuda de fe, expectativas y proyectos; yo, que nada esperaba ya de la vida, esbocé al fin una sonrisa serena – la más espontánea, acaso la más sincera – y respondí en mi interior: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
“Al final del camino me dirán:
-¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres”. (Pedro Casaldáliga)

APARCAMIENTO DE TIERRAS EN MALÍ: CAMPESINOS PRESOS


Convergencia : CNOP, UACDDDD, CAD, LJDH, AOPP contra los acaparemientos de tierras
Comunicado de prensa

(Bamako, 24 de abril de 2012) Desde 2009, los campesinos y campesinas de la Oficina de Níger, sobretodo los de Sanamadougou, Saou y Sansanding están siendo el blanco de injusticias por parte de ciertos inversores. Estas injusticias se han manifestado en forma de palizas, arrestos, destrucción de siembras, acaparamiento de los campos y de las fuentes de abastecimiento de agua.
Consecuencia, decenas de familias viven de la solidaridad de otros pueblos ya que no han podido cultivar a falta de campos desde hace tres años. Pese a numerosas tentativas emprendidas por los lugareños ante las autoridades de todos los estamentos, la situación persiste.
Al acercarse la campaña agrícola, los campesinos de Sanamadougou y Saou han comenzado el día 23 de abril de 2012 los preparativos, para su gran sorpresa, cuatro de sus responsables, entre los cuales consta el Jefe del Pueblo, han sido arrestados y conducidos a la Comisaría de policía de Markala.
Con respecto a la situación que atraviesa el país, pensamos que nuestra querida patria necesita sosiego y una unión sagrada de todos sus hijos e hijas en vez de una tensión social.
Con este fin nosotros, CNOP, UACDDDD, CAD Mali, LJDH, AOPP queremos transmitir a la comunidad nacional e internacional el testimonio de estos arrestos y enviamos una delegación este mismo día sobre el terreno. Exigimos el respeto de los compromisos adquiridos en la marcha de protesta de la UACDDDD contra los acaparamientos de tierras el martes 13 de marzo de 2012 delante de la ciudad administrativa.
Finalmente, lanzamos un llamamiento a las autoridades malienses para que tomen todas sus responsabilidades y disposiciones necesarias para la liberación de los detenidos y que cadauno y cadauna puedan volver a trabajar sus tierras.
No toques mi tierra, no toques mi casa,
no toques a mis militantes
(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)

No se puede callar sobre estructuras sociales de injusticia


Religión Digital
José ignacio Calleja
“No se puede callar sobre estructuras sociales de injusticia”
Los obispos callan sin ir hasta el fondo de la radicalidad del Evangelio
“La fe y la caridad se necesitan mutuamente”, decía el Cardenal Rouco en su discurso de apertura ante la Asamblea del Episcopado Español, el 23 de Abril de 2012. Y, añadía, “si no se sigue el camino que hace posible la caridad, no será posible una buena solución de la crisis”. No se asuste el lector todavía. Este es un lenguaje entre cristianos. Nosotros lo entendemos.
El problema es que la Doctrina Social de la Iglesia dice varias veces que esta relación nuclear de la fe con la caridad es también, y a la vez, con “la justicia”: “La justicia es la primera vía de la caridad”, “su medida mínima”, dice la Caritas in veritate de Benedicto XVI; y concluye: “no puedo dar al otro de lo mío, sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde” (n 6). Parece lógico decir todo esto, cada vez que nos referimos a la cuestión.
El discurso de apertura recién dicho, en términos de doctrina social de la iglesia es decepcionante por demás. Me refiero ahora a sus aspectos “sociales”. Nadie espera que los Obispos analicen la crisis y digan qué medidas técnicas tomar, pero tampoco que hablen “moral y culturalmente”, ¡dando por bueno un análisis complaciente con lo que el neoliberalismo político dice que ha sucedido!; y ¡practicando un silencio clamoroso sobre no pocas referencias morales de de la Doctrina Social de la Iglesia! A mi juicio, las fundamentales. Esto sin ir hasta el fondo de la radicalidad del Evangelio. No presumo.
Y es que no se puede pretender escapar del conflicto social por el camino de trascenderlo como problema cultural y moral. Y los Obispos, parece que la mayoría, lo pretenden una y otra vez.
No se puede escapar al lenguaje de la justicia social, apelando a que se ofrecen causas y soluciones sobre el fondo espiritual de la cuestión. Y los Obispos, parece que la mayoría, lo pretenden una y otra vez.
No se puede callar sobre estructuras sociales de injusticia muy poderosas, apelando a una relación entre política y religión que deriva en complacencia mutua. Y los Obispos, parece que la mayoría, lo pretenden una y otra vez.
No se puede asumir una posición pública moralmente etérea en “lo social”, apelando a la complejidad técnica de los hechos en juego. Y es que hay claves evangélicas y éticas “irrenunciables” en los fines y en los medios. Y los Obispos, parece que la mayoría, lo olvidan una y otra vez.
Este proceder, con apariencia de respeto a la autonomía de la política y la economía, de hecho y de derecho, sacraliza el statu quo y juega con todos los ingredientes de la eterna disculpa, “yo no sé”; y cuando te demuestran que sí sabes, “yo no puedo”, y cuando te demuestran que sí puedes, “yo no tengo la culpa”; y cuando te demuestran que sí tienes culpa,… Esta es la estrategia de la palabra pública de los Obispos, de la mayoría de los Obispos, en lo social. Y cuando esto sucede, y sucede a diario, el resto de la parábola ya es increíble. O mejor, es creíble para quienes ven lo religioso bajo el prisma de “sólo tengo un alma que salvar, de la inicua política la debo preservar”. Pobre Jesús de Nazaret.
Yo no niego que hay que hablar de los males morales y culturales de nuestras sociedades, y denunciarlos en su caso. Todo lo contrario, creo que hay mucho de lo que hablar y corregir, en todos los lugares. Digo que la Iglesia española, y sólo es un ejemplo, está utilizando la interpretación moral y cultural de la crisis para evadirse de su lectura social; presenta la caridad como respuesta propia, pero prefiere el silencio sobre la justicia; advierte de la dimensión espiritual de la crisis, pero no sabe desarrollar su espiritualidad en los términos encarnados en que la vivió Jesús; ha descubierto la primacía moral de los pobres y los excluidos, pero no se atreve a llevarla al centro de sus decisiones sociales e institucionales.
Lo reconozco, paso un mal rato con estos discursos “asociales” de la Iglesia. No confío en la capacidad de “encarnación histórica de la fe” en estos términos. Siento una enorme comprensión por las personas que tienen que dirigir un proyecto común, eclesial o social, pero si vemos que han hecho una opción por callar sobre “la justicia”, debemos decírselo mil veces. Y el cardenal Rouco, en este sentido, es una decepción de primer orden.