FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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ATALAYA

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domingo, 11 de marzo de 2012

LOPE JESÚS SÁNCHEZ CONSILIARIO


3º Domingo de Cuaresma   “La indignación de Jesús”

         El primer “indignado del Nuevo Testamento, juntamente con Juan el Bautista fue Jesús de Nazaret.
         Los tres evangelistas de los llamados evangelios sinópticos, menos Juan, ponen este hecho de la expulsión de los mercaderes del templo en las vísperas de la semana trágica que se avecina de su condena, ejecución y muerte.
         Es el mayor enfrentamiento que tiene el maestro con el pueblo judío. Es como la gota de agua que colma la copa y estalla.
         Este enfrentamiento está servido y no es con aquellos hombres, sino  con el sistema  con se rige el Templo.
         Daban más importancia al rito  y a los sacrificios y, sobre todo, a las ofrendas, que a los hombres, cuando lo más importante éramos nosotros, los hombres. Las auténticas piedras del verdadero templo. No de piedras, sino de carne
         Lo que vale es lo que hagamos por el hombre, no lo que hagamos por la Iglesia, como institución y como templo.
 “Nosotros somos las piedras vivas del verdadero  Templo”
         Jesús no pretendió  perfeccionar aquel templo, sino destruirlo, para, al tercer día, reconstruirlo  una vez resucitado. No de piedra sino en el Espíritu. De entonces ahora ya no se orará ni en el Monte  de Samaría, ni en el Templo de Jerusalén, sino “en Espíritu y en verdad”.
         Para Jesús el templo vivo es el ser humano. Así vivía y pensaba la primitiva Iglesia, que carecía del templos e iglesias y se reunía en las casas, en aquella iglesia “doméstica” y “familiar” hasta que, en el siglo III, en tiempo del Emperador Constantino  y Elena, construyen las primeras catedrales y grandes santuarios, olvidándose que los verdaderos templos que  son los seres humanos.
         Y hasta que  en la nuevas catedrales del la Edad Media vuelven a correr  el dinero,  la riqueza y los tesoros…
         Y en nuestros días volvemos a caer en la trampa de lo que llamamos “Patrimonio Histórico. Que ciertamente encierra mucho arte, pero dudo  nos aporte  mucho a nuestra fe  y a nuestra vida religiosa. Porque si así fuera los árabes y los Islámicos, nos ganarían  por goleada…
         El templo así se convierte en un “Negociete que nada tiene que ver  con el Templo de Dios, como lugar de oración…
         Y se trastoca así  el sentido  del lugar de oración; donde nos tendríamos que encontrar en el “Padre y con los hermanos”; porque a decir verdad: “Todo parecido con la realidad es pura coincidencia”.  Se termina confundiendo el fin con lo medios.
          No critico, aunque algunas veces es necesario, determinadas prácticas religiosas tradicionales  en muchos pueblos. Pero de eso a convertir la fiesta en un auténtico mercado de objetos religiosos para hacer negocio  hay un paso.
 Lo mismo que cobrar determinados  estipendios, por servicios que deberían  de ser gratis o, como mucho, depender de la libre voluntad o posibilidades de cada uno.
Por otra parte, somos bastante  egoístas, cuando acudimos al templo  para cubrir necesidades, plantear  problemas y entonces, nos agarramos  a la fe como si esto fuera el “Banco de los pobres”, que está bien, pero que no sólo es eso sino lo convertimos también en un mercado  y mucho más cuando queremos comprar “la Salvación”, porque la salvación  no se compra ni se vende” .La salvación , se nos regala  y somos nosotros  los  que  tenemos que conservarla y guardarla  como el tesoro  escondido y la perla preciosa, que nos habla el Maestro en el Evangelio.
 “El no lleva en cuenta nuestros delitos, sino que se alegra de bien que hacemos” Dice el salmista.
Sin querer podemos convertir el templo en una de  “vendedores y cambistas”.
Esa no es la “Casa de Padre, la casa de todos” , porque no tiene nada que ver con todo eso que a veces montamos.
Casa “acogedora” y”abierta”, donde a nadie se le cierran las puertas, donde a nadie se le excluye  y discrimina.
Casa donde podemos invocar a Dios como padre y vivir todos como hermanos.
Casa que no sea un “cuento”, ni siquiera una “utopía”, sino un lugar  donde nos sintamos todos iguales.
·        Que no sea un cuento.
·        Que no sea una teoría.
·        Que sea una realidad vivida y sentida.
·        No de un día a la semana
·        No de pascuas a San Juan.
·        Que sea el vivir y el sentir de cada día