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ATALAYA

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miércoles, 15 de febrero de 2012

IU pide al Gobierno que facilite la apostasía


Denuncia las “trabas” que pone la Iglesia
Se plantea “de forma engañosa” en un proceso “largo y dificultoso”
Las confesiones religiosas, como consta en el texto de la proposición, se resisten a borrar estos datos porque gracias a los registros de bautismo hacen aumentar “artificiosamente” su número de fieles
IU quiere que el Gobierno facilite los trámites para que quien lo desee pueda darse de baja en la Iglesia católica o en otra religión de una manera ágil y sencilla, y para ello presentará una iniciativa para su debate en el Congreso. Fuentes de IU han señalado a Efe que esta fuerza política busca recabar el apoyo parlamentario para que el Ejecutivo posibilite la apostasía, un derecho que reconoce la Constitución pero que en la práctica se topa con las “trabas” que pone la Iglesia y lo hace casi inviable.
Según las mismas fuentes, el primer paso que hay que dar para renunciar al catolicismo es solicitar la partida de bautismo en la parroquia donde se celebró el sacramento, una petición que se tiene que plantear de manera “engañosa” y ocultar su finalidad porque si se desvela lo más probable es que “hagan oídos sordos”.
Después, de acuerdo con las mismas explicaciones, hay que dirigir un escrito al Arzobispado con toda la documentación que se requiere y esperar a que éste se pronuncie. Un proceso “largo y dificultoso”, que acaba desanimando a quienes lo intentan y, además, no garantiza que acabe fructificando.
La iniciativa legislativa de IU se suma a otra similar, ya presentada en la Cámara Baja y recuperada de la legislatura anterior, que no llegó a debatirse. La proposición, que se discutirá en la Comisión de Justicia, pide que el Gobierno estudie las reformas legales que permitan el abandono voluntario y expreso de la fe católica o de otras confesiones de una forma rápida y “con garantías”.
De tal modo, IU reclama que esta renuncia conste de manera expresa y que se supriman los datos personales que obren en sus registros. Las confesiones religiosas, como consta en el texto de la proposición, se resisten a borrar estos datos porque gracias a los registros de bautismo hacen aumentar “artificiosamente” su número de fieles en determinadas estadísticas con el fin de lograr “mayores privilegios sociales y económicos”.
Izquierda Unida no ceja en su empeño de conseguir derribar los obstáculos a la aplicación de un derecho que reconoce la Constitución y la Ley de Libertad Religiosa de 1980, pero si no lo consiguió en las dos legislaturas anteriores, con un gobierno socialista, las probabilidades de hacerlo con una mayoría arrolladora del PP son remotas.
(Rd/Efe)

No hay más solución que la bondad


José Mª Castillo, teólogo

Está visto que – al menos en España y tal como están las cosas -, no tenemos más solución para salir de la crisis que el recurso, la insistencia, la petición machacona y angustiada de que, en este país, más importante, más decisiva, que la reforma laboral es la bondad de las personas. Sobre todo, la bondad de los más ricos y poderosos. Yo sé que a mucha gente esto le suena a música celestial.
Y a casi todos les hará la impresión de que es retórica de sacristía. O sea, nada. Y, sin embargo, por más que pienso en el problema, es evidente que Zapatero no ha sido capaz de resolver la situación. Pero, ¿la va a resolver Rajoy?
Por lo que leo esta mañana en los periódicos, el decreto ley de reforma laboral plantea las cosas de manera que las empresas están ya autorizadas para reducir la “cuantía salarial”, o sea que pueden bajar los sueldos.
Y pueden hacer eso por “razones económicas, técnicas, organizativas o de producción”. Lo cual quiere decir que el texto del decreto está redactado de manera que los trabajadores están ahora mismo a merced de lo que los empresarios consideren que les conviene más a ellos y a sus empresa. Es verdad que, por este camino, se espera que, a medio y largo plazo, el paro disminuya, la productividad de las empresas aumente y el paro se reduzca de forma sensible. ¿Será así, efectivamente?
Si algo ha dejado claro la experiencia histórica de los últimos siglos es que las bondades de la “mano invisible” del mercado, tema que desarrolló ampliamente Adam Smith cuando (en 1776) expuso sus teorías sobre la naturaleza y la riqueza de las naciones, es que esa presunta “mano invisible” no existe.
Porque lo que realmente se impone es el poder de los que manejan el dinero y, mediante el dinero, pueden decidir del destino, de la suerte o la desgracia, de quienes no tienen en la vida más recursos que los del propio trabajo. Así ha ocurrido siempre. Y así seguirá sucediendo. Porque eso es lo que da de sí la condición humana.
Por eso, yo no le veo a esto más solución que apelar a un esfuerzo, un empeño, un trabajo incesante y largo, de re-educación de ésta nuestra condición humana. De ahí que más importante que el “decreto ley de reforma laboral” tendría que ser un “decreto ley de re-educación moral” de la sociedad entera.
Es importante saber que el mismo Adam Smith, antes de escribir su “Investigación sobre la naturaleza y las causas de la Riqueza de las Naciones” (1776), había publicado su “Teoría de los sentimientos morales” (1759), un libro en el que fustiga la codicia de los ricos. Y en el que afirma con toda claridad: “Con frecuencia vemos cómo las atenciones más respetuosas se orientan hacia los ricos y los grandes más intensamente que hacia los sabios y los virtuosos”.
En esto se basa mi convicción más fuerte. Para reorientar los problemas de la crisis. Y los mil problemas que nos plantea la vida. Sólo la bondad es digna de fe. Y sólo mediante la bondad podremos orientar este mundo, este país nuestro, hacia una convivencia más soportable, más humana, en la que cada cual se sienta menos solo, menos incomprendido, menos desamparado.
Otro día seguiré hablando de este asunto. Para insistir en el punto capital de todo el problema: la reorientación del deseo, que – lo digo ya desde ahora – es la clave del Decálogo, lo que Dios nos pide a todos. Y lo que, en definitiva, todos más necesitamos. No para vivir con más privaciones (que ya tenemos bastantes), sino para vivir más felices.