(ATRIO)
Me acabo de enterar de la noticia y, aunque la esperaba en cualquier momento, me ha impresionado y ha hecho surgir en mí infinidad de recuerdos y sentimientos. Dejo para las noticias de prensa que recojo al final los detalles de su vida y de su muerte. Yo voy a escribir sobre él desde mis recuerdos y mi cariño.
Coincidimos de niños en Comillas en 1945. Como a los dos nos gustaba el circo, empezamos durante los recreos metiéndonos en personajes de payasos que habíamos visto y acabamos montando un número de payasos que reinventábamos cada vez con los mismos personajes en las fiestas más importantes del Seminario y de la Universidad. El serio,el de la cara blanca, era Antonio Morales Jorreto, gran hombre luchador por la justicia y hoy padre de familia jubilado en Málaga, a quien también le doy el pésame. Jesús era el pillo de los zapatones que daba sonoros bofetones al niño vestido de marinerito y con el pelo de esparto que era yo. A veces íbamos a los pueblecitos cercanos donde los mayores hacían catecismo. Ahí oí el más bonito elogio de una mujer cuando nos desplazábamos de un pueblo a otro vestidos de payasos: “¡Bendita la madre que os parió!”.
Años más tarde, en una visita a Valencia con su circo, le invité a comer en casa y le dijo a mis padrea: “¡Qué pena! Este Antonio, que podía haber sido un gran payaso, se ha conformado con llegar a ser un vicario episcopal…”. Después le acompañé al circo y pasé toda la tarde con él. Todos acudían a él para resolver toda clase de problemas importantísimos, burocráticos o técnicos. ¡Qué compleja es esa aventura de montar una carpa y un espectáculo en una ciudad con más de cincuenta personas acampadas alrededor! Pero cuando a él acudía un muchacho medio llorando con un problema, todos sabían que debían hacer cola a la puerta de su roulot sin llamar siquiera. Nada era más importante para Silva que aquella personilla. Y. cuando por fin se acabó la sesión, todos habían cenado y se habías acostado, ya de madrugada, me dijo: “Antonio, ¿me acompañas a la capilla?”. Y allí, de rodillas, agotado por el trabajo del día, arrugado como el Padre Nieto, hacía su hora de oración ante el sagrario. “Es mi alimento. Sin esto no podría irme a la cama ni tendría fuerzas para emprender de nuevo mañana la tarea”.
Nos volvimos a encontrar otra vez en Madrid también en el circo. Habían pasado muchos años. Yo me había casado. Él continuaba lo mismo a pesar de los problemas. Hablaba de sus “fundaciones” en Latinoamérica. Se indignaba con la estructura capitalista de este mundo, una fábrica de acer marginados y de matar niños. También se indignaba con los obispos de nuestra iglesia que no se enteran. Nunca me han apoyado lo más mínimo. Y, sin embargo, cuando me muera, sacarán pecho y dirán: “Ved un ejemplo en el Padre Silva de las grandes obras de amor a los marginados que hace la Iglesia”.
Éramos diferentes de mentalidad ya a nuestros veinte años, cuando yo me fui de Comillas y tuvisteis que encontrar a otro para sustituirme en el grupo de payasos. Nuestras vidas han sido muy diferentes. Pero han tenido una raíz común que nos ha unido: el seguimiento de Jesús de Nazaret, cada uno a nuestra manera. Lo único que a mí me sale ahora es decirle: Suso, has vivido una maravillosa vida, entregada y generosa. Ahora todo está consumado, y lo que te está reservada es la gloria de tu encuentro con Jesús para siempre.
Y estas son las noticias, con más detalles sobre la vida y muerte de Jesús César Silva Méndez:
- Falleció Jesús Silva, fundador de la Ciudad de los Muchachos
- Fallece Jesús Silva, el promotor de Benposta y el Circo de los Muchachos
- Adiós al Padre Silva
- Entrevista muy interesante al Padre Silva, por Ángel Arrabal. Frontera, 2003.