FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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domingo, 10 de julio de 2011

Las Entrevistas de Redes Cristianas: Pepa Torres


Religiosa y teóloga

Pepa Torres es religiosa, teóloga, implicada en los movimientos sociales.
¿Te identificas con las posturas que está tomando actualmente la Iglesia jerárquica española?
La verdad es que no. La siento anacrónica y más preocupada por el mantenimiento de sus propios intereses que por los intereses de los más empobrecidos / as y buscadores y buscadoras en nuestra sociedad. Creo que atravesamos social y políticamente momentos muy duros y la postura de la iglesia refuerza las posiciones más conservadoras, así como los intereses del gran capital. El montaje de la JMJ me parece un buen reflejo de ello.
Su alejamiento de los problemas más cotidianos de la vida de las gentes de los barrios y los colectivos mas excluidos me produce una indignación muy grande a la vez que un gran dolor, muchos de los que vivimos en estos ambientes nos sentimos cada vez mas huérfanos de Iglesia y reivindicamos con humildad y también con terquedad una vuelta al movimiento de Jesús y la utopía del reino.
Como mujer me siento fuertemente discriminada y excluida en una iglesia que niega nuestro reconocimiento y capacitación para el ejercicio de la plena ministerialidad y se empeña en reducirnos a posiciones de subordinación.
Me aleja de ella su dureza de corazón ante los sufrimientos de las mujeres y su negativa a reconocer a los movimientos de liberación de las mujeres como interlocutores válidos en el diálogo ante realidades urgentes en los que se juega la vida y la salud de las mujeres.
Me aleja de ella la intransigencia y e incapacidad de diálogo con la ciencia y la cultura y la falta de respeto a la libertad de conciencia de las personas, también su actitud sospechosa y condenatoria de las teologías que subrayan las consecuencias de la encarnación hoy en nuestro mundo .
Me alejan de ella sus liturgias, que han encerrado el misterio de solidaridad en preceptos y normas que impiden de hecho que la iglesia sea un espacio celebrativo, un encuentro , un espacio de reconciliación y compromiso con la justicia, que anticipa el Reino.
2ª ¿Cómo crees que podría ser y te gustaría que de hecho fuera la Iglesia en España?
Mi apuesta vital esta en recuperar el sentido del movimiento de Jesús, ser y hacer una Iglesia comunidad de comunidades, donde la comunión en diversidad sea posible, y donde las diferencias no signifiquen desigualdad.
Una iglesia cuya pasión es humanizar la vida, levantar puentes y demoler muros, en dialogo y amistad con los no creyentes y otras confesiones religiosas. Una iglesia reinocéntrica , inserta en el mundo, comprometida con los derechos humanos y los derechos de la tierra , convencida de que la gloria de Dios es que el ser humano viva y lo haga en plenitud… cuyo centro está fuera de si misma, que escucha pregunta , aprende en lugar de “ bronquear” , una iglesia más cantora que plañidera que señala al Dios del mundo y no de la sacristía ni de los interese de unos pocos , más nazarena que davídica.

¿Y…qué es la verdad?




¿Y qué es la verdad?” pregunta que siegue resonando desde que se enfrentó el Imperio con un Simple Carpintero que se atrevió a decir “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” . La búsqueda de la verdad es una de las grandes tareas del ser humano. Y, tal vez, una de las mayores incógnitas de cuándo se está en la verdad o cuándo creamos nuestras pequeñas verdades. No obstante, lo importante es ponernos en el camino con una actitud de humilde búsqueda.
Quien fue presidente de la Congregación de la Doctrina de la Fe se convirtió en Pastor Universal. Su ministerio le exige contar y contrastar pareceres. Apacentar quiere decir amar, y amar predispone a estar dispuesto a sufrir por los demás. El lema de Ratzinger, como Obispo y Cardenal “Colaborador de la verdad”, al convertirse en Benedicto XVI ha tenido que tomar una nueva dimensión. Con sus viajes y al contacto con la realidad universal debe abrirse a comprender la “verdad” de culturas diversas y situaciones sangrantes, creadas por dictaduras de “verdades parciales impuestas”.
En filosofía se dice que lo verdadero, lo justo y lo bueno son una misma cosa. Nadie puede ser bueno si no es justo y verdadero al mismo tiempo. Por ello, en los momentos actuales hay que mantener un equilibrio basado en la verdad, la justicia y la bondad. Y el cristiano está llamado a buscar ese equilibrio en medio de las dificultades de la sociedad. Ya en 1998, en la Sorbona, Ratzinger afirmó que la crisis del cristianismo es un aspecto de una crisis más profunda: la crisis de la verdad objetiva.
Hasta hace unos años el ser humano pensaba que podía pisar firme en el pensamiento, en religión, en la ciencia. Creía conocerse a sí mismo, saber de verdades sobre el conocimiento de Dios o negarlo, conocer y poseer la verdad; casi considerarse ser dueño de la verdadera justicia. Pero al tambalearse los pilares en los que basaba sus seguridades se contagia también de las corrientes de la época. Quebrada aquella seguridad y convicción de la propia verdad, surge el pragmatismo, la soberanía absoluta del poder y la oportunidad diaria como criterio de comportamiento.
Hoy, en el fondo, sabemos que el ser humano se mide y dignifica no por su gusto o poder, sino por la verdad real y por la capacidad de entrega y solidaridad en el compartir. El cristianismo ha sabido establecer la conexión entre la verdad, nacida de la realidad analizada, y el bien, acreditado en la vida personal. Verdad, Bien y Vida se reclaman y apoyan mutuamente para ser testigos del Cristo que se nos presenta en el rostro y las vivencias de los más pobres.
Frente a la superstición, la política, la riqueza o un pluralismo vago y falso, el cristianismo reclama las exigencias universales de la verdad, tal como los hombres las podemos descubrir y Dios nos la ha dado a conocer. La crisis del cristianismo en Europa es la crisis de la verdad y de la racionalidad. No se resuelven los problemas de las instituciones y de las personas, ni en la sociedad ni en la Iglesia, sin el retorno a la pregunta de la verdad. La verdad es la fuente de la convivencia, cuando los hombres no se enseñorean de ella y la buscan no como arma contra el prójimo, sino como sendero hacia la fuente y futuro común. Cuando esa verdad no es buscada, surgen un pluralismo salvaje y un consenso político, cortados a medida de los que tienen el poder en sus múltiples formas.