FUNDADOR DE LA FAMILIA SALESIANA

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COLEGIO SALESIANO - SALESIAR IKASTETXEA

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ATALAYA

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viernes, 4 de marzo de 2011

REFLEXIÓN DEL CONSILIARIO

         Hoy la Palabra  nos describe  dos clases de creyentes a doble banda:
·        “Los que rezan mucho  y dicen muchas veces: “Señor, Señor” y apenas hacen nada  para los demás,
·        “Los que sin rezar tanto – o rezando menos o de otra manera- se desvelan por  los demás   que  les necesitan

Y otros dos tipos de vivir  la fe:
·        El que cree con fundamento y es crítico con su fe.
·        El          que cree y no se hace  ninguna crítica.

El primero,  no cree todo lo que le dicen y necesita cimentar, analizar, y hasta criticar todo eso que le dicen. Eso es edificar sobre roca.
El segundo, el incoherente, se cree todo sin analizar, sin reflexionar  y sin criticar todo eso que le dicen. Esto es edificar sobre arena
El mensaje  de Jesús en el Evangelio es el mismo y, sin embargo, es visto  y vivido de maneras y formas distintas.
Yo creo que la gran tentación de hoy es fundamentar la fe en la seguridad de que estamos en lo cierto, en la verdad y eso no sólo nos da seguridad, sino poder, prepotencia y nos hace fácil el condenar a los demás. Así imponemos la fe  y no convencemos a nadie.
Hoy, alguna parte de la jerarquía de la Iglesia, se ha instituido como juez  y así la Iglesia Institución, en lugar de ser abierta, cercana y servicial, se ha vuelto autoritaria y resulta poco creíble, poco atractiva…
El Señor no vino ni a imponer, ni a condenar, sino a convencer  y a salvar.
Una Iglesia autoritaria no resulta ni creíble ni atractiva.
Parecía que, después del Concilio Vaticano II,  nos venía una Iglesia    abierta a los alejados, al pueblo y al mundo.
Y la hemos convertido, muchas veces, en una Iglesia donde se dice mucho: ¡Señor, Señor! y donde se reza y se celebra mucho pero se hace poco…
No me vale que  unos pocos se dediquen a los pobres y a los enfermos, ya que  esa es su misión específica:
 ”No he venido a los sanos sino  a los enfermos”
Los hombres de hoy, necesitamos , más que nunca, una “esperanza”, un “ánimo”, un “aliento”  que nos acerquen a la fuente de la vida, que nos den un poco de ilusión porque de penas y miserias ya estamos hartos y bien servidos todos los días con esta bendita  crisis.
Necesitamos un “Padre” y una “Madre”, que nos acojan y animen,  y no tantos maestros y teólogos en los púlpitos y cátedras aburriéndonos  con discursos… siempre condenando y amenazando, como la “Espada de Damocles”, siempre  encima del cuello.
¡Cuántos miedos y complejos todavía en muchas conciencias sensibles y delicadas, yo diría enfermas y acomplejadas!
¡Nada más lejos de la buena noticia !
Nuestros sermones tienen que ser más esperanzadores y atrevidos.
“También entre los pucheros está el Señor”… No se cansaba de repetir Santa Teresa.
El otro día, sin ir más lejos, tuvimos una buena  alubiada en “pucheras”, por libre, en los locales de la Parroquia, y allí también estaba el Señor, como en vuestras casas, amándonos entre “las pucheras” y nosotros animados, unidos familiarmente, dando alegría a todos con los cantos: mayores, adultos, jóvenes y pequeños también. ¿Por qué no?
Quizás ha llegado el momento de formar grupos en los que podamos hablar  de todo, animarnos en la fe y en la vida…
·        Eso haría crecer la fe sobre la roca, con  afecto y desde la amistad y la libertad.
·        Donde todos, piedras vivas con Jesús, la Piedra Angular, formaríamos ese edificio de la Iglesia, casa para los pobres, los enfermos y los que buscan el Reino de Dios que nos enseñó el Maestro. 

JOSE ANTONIO PAGOLA 9 ORDINARIO

Cuando los creyentes abrimos los evangelios, no estamos leyendo la biografía de un personaje difunto. No nos acercamos a Jesús como a algo acabado. Su vida no ha terminado con su muerte. Sus palabras no han quedado silenciadas para siempre. Jesús sigue vivo. Quien sabe leer el Evangelio con fe, lo escucha en el fondo de su corazón. Nunca se sentirá sólo.
Concretando más: la parábola puede ser una crítica y un grito de alerta ante el riesgo, que existe, también hoy, como siempre, de volver a convertir la fe cristiana en palabras, en reflexiones, en discusiones, en cursillos, en libros, etc. sin repercusión práctica en nuestras vidas. Por consiguiente es de actualidad en estos momentos en que se multiplica la literatura cristiana: nunca se ha escrito tanto, ni se ha hablado tanto; nunca ha habido tantas charlas, cursos, cursillos, etc. Pero lo verdaderamente decisivo en estos momentos, lo único positivo, sensato y constructivo, según la parábola, es vivir prácticamente el mensaje cristiano; todo lo demás es insensatez. 
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